Un hueso de pollo prehistorico en el jardín: soy arqueólogo,
tengo dividida la extensión de pasto y tierra negra con líneas
que he trazado con un palo. Así no desenterraré dos veces
el mismo dinosaurio.
*
La torre de luz, un cíclope. Es un gigante de pie,
un molino parpadeando.
*
Mi padrino Miguel me está cargando por los tobillos,
me da vueltas. Es divertido.
Me duele la cara de reírme.
En una de las vueltas quedo suspendido sobre un charco,
mi padrino Miguel frena; no me dejará caer al charco de lluvia reciente,
está a punto de tirarme hacia las nubes infinitas.
Todo terror sentido después se compara con el cielo y su boca abierta.
*
es
toy
ha
blan
do
en
el
ven
ti
la
dooooooooooooor...!
*
Nos han dejado solos. Sin duda.
La casa está oscura, el eco es enorme y mi voz está sola.
Mi hermano aún no aprende a caminar. Duerme. Tiene 3 años
y es el único bebé por el que he sentido verdadera ternura.
Duerme. Yo no duermo. Estoy en la ventana de abajo
mirando la calle, llorando. Es noche. No sé leer la hora
pero sé que es de madrugada, una hora prohibida entonces,
una hora donde no vive nadie, una hora que no sirve.
Pero la hora me sirve para llorar. Veo a Dios en el cielo.
Estoy enojado con Dios. Estoy hablando con Dios
y estoy cuestionándole sus razones para dejar a estos
niños solos. Le grito, sin voz por supuesto, para no despertar a Luis:
maldita lagartija ojalá te mueras (donde
lo realmente escandaloso era "lagartija", imaginaba
a Dios como un reptil, como si los reptiles fueran una cosa
de dar espanto, o como si Dios hubiera perdido toda
potencia, se hubiera quedado en escamas).
Le grité: cómo carajo salimos ahora no
tenemos llaves qué
vamos a comer mañana no sé hacer so-
pa aguada no se cocinar jitomates
manejar para que mi hermano vaya a la escuela y no sea
un fracaso maldita sea voy a tener que ser
su papá Dios por qué mataste a mis papás
por qué y cómo mataste a mis papás dónde
va uno a enterrar a los padres dónde
se guardan los huesos de los padres los
huesos amados para no olvidarlos Dios qué
le cuento a mi hermano para que no llore
dónde trabajan los huérfanos supongo que la
casa tendrá que venderse cómo se vende una
casa quién va a querer a dos niños solos
por qué no nos mejor matamos nos
han dejado solos
Cuando mis padres regresaron
(traían donas)
les conté lo que dije sobre Dios. Creo
que dudaron en darme dona (chocolate).
Ya no estábamos solos mi hermano
y yo,
ya no nos esperaba
un futuro terrible e incierto, à la Dickens;
pero a partir de entonces mi trato con Dios
fue más bien reservado, distante,
y secretamente hostil.
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