viernes, 1 de julio de 2016

Apuntes, de Jericho Brown

No voy a darme un tiro
en la cabeza, y no voy a darme un tiro
por la espalda, y no voy a colgarme
con una bolsa de basura, y de hacerlo,
te prometo, no voy a hacerlo
esposado en una patrulla de policía
o en la celda de algún pueblo
que sólo conozco de oídas
porque debo manejar por ahí
para llegar a casa. Sí, puedo estar en peligro,
pero te prometo, confío que los gusanos
y las hormigas y las cucarachas
que viven bajo las duelas
de mi casa van a hacer lo que deben
con mi pellejo más de lo que confío
en un oficial de la ley mundana
para cerrar mis ojos como un hombre
de Dios haría, o para cubrirme con una sábana
tan limpia que mi madre pudo haber usado
para cobijarme. Cuando me mate, me voy a matar
como hacen la mayoría de los estadunidenses,
lo prometo: con humo de cigarro
o asfixiado con un trozo de carne
o congelado en la miseria
en uno de esos inviernos que seguimos
llamando el peor. Te prometo que si escuchas
que morí en algún lugar cerca
de un policía, ese policía me mató. Me alejó
de entre nosotros y dejó mi cuerpo, que es,
no importa qué nos hayan dicho,
mayor que la compensación que la ciudad puede
pagar a una madre para que deje de llorar, y más
hermoso que la bala nuevecita

pescada de entre los pliegues de mis sesos.