martes, 27 de agosto de 2013

Un sueño pavićiano


Sueño: Trato de explicarle a alguien que no puedo traducir la poesía de JM porque JM, además de no escribir poesía (ni nada más) no existe. El Alguien del sueño es sumamente insistente.

-Anne Carson tampoco existe, ni Sharon Olds, ni Sylvia Plath ni todas esas mujeres falsas...

Pero la "falsedad", en la lógica del sueño, implica una "falasidad", lo fálico femenino, nudo gordiano en que se ahogaron Lacan y Freud al pensar "el continente negro" (son mots) del deseo femenino. (¿Será más preciso decir "cordón umbilical" en lugar de "nudo gordiano"?) En fin, el caso es que el Alguien del sueño no me la puso fácil. Me preguntó: "¿Cómo está usted seguro de que existen Carson, Olds y Plath?"

-Por sus poemas, naturalmente.
-Sí, claro, pero los poemas son cosas que se ponen de pie por sí mismas, ¿a qué tanta alboroto por un nombre?

Me convenció de que si borramos los nombres y lo que sabemos de los individuos, los poemas siguen existiendo. ¿Y los poemas que no existen?

El acertijo de este sueño es: ¿puede traducirse un poema que no existe? ¿Por qué sí, y por qué no?
¿Y por qué no?

-Existen dos tipos de insomnio, dice el Alguien, el de antes de dormir, de donde nace la mentira, y el de noche cerrada, madre de la verdad.

Antes de dormir leí uno de mis cuentos favoritos, "La jaula blanca de Túnez en forma de pagoda", de Milorad Pavić. Esa frase es del cuento; a punto de pronunciar su nombre ("¡Pavić!") me despertaron los mosquitos.

Estoy trabajando junto con Romina Rodríguez en un proyecto alrededor de dicho cuento, y releyéndolo entendí que había una clave para su tratamiento que sólo podría entender en el sueño. En otras palabras, es preciso creer que ciertos sueños son respuestas cifradas a preguntas que nos hacemos. Si la pregunta se plantea concretamente, su formulación ya implica la respuesta, ya lleva en sí los términos en que la respuesta es posible. Si la planteas en términos de números, la recibes en números; si en palabras, en palabras. Tal vez plantear las preguntas es más difícil que recibir las respuestas.

Este insomnio, madre de la verdad, ha sido productivo: una suerte de respuesta hecha de más preguntas.

El cuento es el primero de Siete pecados capitales: