martes, 29 de junio de 2010

Zadie Smith y la exigencia del fracaso



Comencé a leer a Zadie Smith una tarde, casi por error, cuando me topé con su novela Dientes blancos en un botadero de libros. Diez pesos es nada, y suelo comprar la mayoría de mis libros por ese precio, cuando los compro. Dejémoslo así. Smith además de una voz fresca en la narrativa (ese "justo medio" cuando una novela es inteligente, no ofrece concesiones ni facilidades, y con todo tiene el ritmo vertiginoso que fascina a nuestra impresionable madame Bovary interna) tiene cosas que vale la pena revisar al respecto de la escritura misma. La sugerencia del fracaso como condición está revisada también en una entrevista con George Steiner. La siguiente es una breve cita, casi al azar, de un ensayo más extenso de Zadie Smith, de gozosa y fecunda lectura, cuyo enlace está disponible al final.

Para los escritores, según lo veo yo, sólo hay un deber: el deber de expresar de modo exacto su modo de estar en el mundo. Pido perdón si esto suena genérico e impreciso. Escribir no es una ciencia y estoy hablando en los únicos términos que tengo para describir lo que intento una vez y otra (aunque falle en alcanzarlo) cuando me siento frente a la computadora.
 El ensayo se llama Fracasar mejor.

Por la imagen.

martes, 22 de junio de 2010

Caracol



Contenido actual de mi maleta:

Cartelera de la Cineteca Nacional de mayo de 2009; cuaderno profesional de 100 hojas, blanco; revista "Academus", de la UAQ; Las figuraciones del sentido, de José Pascual Buxó; La comunidad que viene, de Giorgio Agamben; Alquimia de Tendajón, de Charles Simic; fotocopias de La industria vence desdenes, de Mariana de Carvajal; folleto de la conferencia "Poesía y revolución: José Martí y Luis Carlos 'El Tuerto' López"; Tarot de Marsella; pluma Bic, negra; lentes Ray-Ban, modelo "Oval gold metal frame w' mirrored black diamond-hard scratch resistant bausch & lomb lenses -W0976"; armónica, Hohner; pacha de acero inoxidable, 5 oz., con 2 oz. de whisky Old McGregor; tarjeta de Diego Alayón, performer; pluma fuente Inoxcrom, acero inoxidable; audífonos, rojos (sólo el derecho es funcional); paquete de Tuk-stick, rosas; paquete de Delicados de 25, a la mitad; juego de llaves (12 piezas, 3 arillos, llavero de colibrí, traído de Xcaret por mis padres); tarjeta de débito, Bancomer; boleto de autobús MEX-QRO, junio 2008; tira de Atemperator, 600 mg, vacía; cortauñas-navaja con imagen de la virgen de Guadalupe; un boleto del metro de la Cd. de México; Perry-Ellis: 18, botella con atomizador de 15 ml. (vacía); frasco de Tamsulosina, 0.4 mg (vacío); lápiz de Batman (nuevo); lapicero Paper-Mate (verde); lapicero Zebra (imitación lápiz); Washed-Pencil HB; pluma conmemorativa 50 años Ritchie Bros. Auctioners; pluma fuente Iridium, oro (inservible, falta la tapa); tira de Atemperator, 600 mg., a medio uso; radiografías dentales; tarjeta de Angie Navarro; teléfono de Isela Fernández; llave para arcade Play-time; ficha de trabajo con sujeta-papeles negro; navaja Bucher; frasco de Tamsulosina, 0.4 mg, casi vacía; juego de llaves (7 piezas, 3 arillos, ficha de plástico como llavero); encendedor Zippo; desodorante en aerosol Brut, modelo "Classic"; encendedor Bic, ámbar; 45 pesos en monedas de distintas denominaciones.

lunes, 7 de junio de 2010

Muelle

Escribir: emplazar un muelle. El humilde muelle se vuelve el ancla del océano, lo refiere con su presencia, lo apunta. Cuestión aparte que el mar no necesite ser señalado.

Escribir: esa obstinación del ojo por el ojo.

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Escribir es mi manera de estar callado. El libro sólo realiza la acción propia del libro. Los hombres sólo realizamos acciones propias de los hombres

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Dudo de la facultad revolucionaria de la escritura. "Ningún endecasílabo derrocará a ningún dictador", escribía Gelman. El trabajo del escritor podría entenderse como escribir lo mejor que pueda, según las limitaciones que elija para sí.

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El mundo no precisa escritores que lo salven. El mundo no puede querer, ni necesitar ser salvado. El mundo, en caso de tener voluntad, exigiría ser cuestionado: duda=movimiento. Pero el mundo no tiene voluntad, acaso representación: en la palidez de nuestra idea del mundo, de la incompetencia para imaginarlo, el futuro es el embrión de una mosca que se sueña tiburón.

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Una intuición, por seductora, súbita o sorpresiva que parezca ha sido desarrollada antes, por otros mejores que tú. Sin embargo, esa intuición exige con justicia interpretación y desarrollo: abordaje. Una intuición sin desarrollo -sin el rigor de la curiosidad- es sólo tan genial como la de una mosca que en su soledad sueña El Quijote, o que, en su mutismo, intuye que sólo es infinito el mar en los reflejos saturados de sus ojos.

Pero ningún muelle puede abolir o poner límites al mar.

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No se trata de ignorar al mundo, sino de vivir en la conciencia de la imposibilidad del mundo para aportar respuestas. El trabajo del escritor es la pregunta salvaje, la curiosidad feral.