Escribir: emplazar un muelle. El humilde muelle se vuelve el ancla del océano, lo refiere con su presencia, lo apunta. Cuestión aparte que el mar no necesite ser señalado.
Escribir: esa obstinación del ojo por el ojo.
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Escribir es mi manera de estar callado. El libro sólo realiza la acción propia del libro. Los hombres sólo realizamos acciones propias de los hombres
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Dudo de la facultad revolucionaria de la escritura. "Ningún endecasílabo derrocará a ningún dictador", escribía Gelman. El trabajo del escritor podría entenderse como escribir lo mejor que pueda, según las limitaciones que elija para sí.
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El mundo no precisa escritores que lo salven. El mundo no puede querer, ni necesitar ser salvado. El mundo, en caso de tener voluntad, exigiría ser cuestionado: duda=movimiento. Pero el mundo no tiene voluntad, acaso representación: en la palidez de nuestra idea del mundo, de la incompetencia para imaginarlo, el futuro es el embrión de una mosca que se sueña tiburón.
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Una intuición, por seductora, súbita o sorpresiva que parezca ha sido desarrollada antes, por otros mejores que tú. Sin embargo, esa intuición exige con justicia interpretación y desarrollo: abordaje. Una intuición sin desarrollo -sin el rigor de la curiosidad- es sólo tan genial como la de una mosca que en su soledad sueña El Quijote, o que, en su mutismo, intuye que sólo es infinito el mar en los reflejos saturados de sus ojos.
Pero ningún muelle puede abolir o poner límites al mar.
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No se trata de ignorar al mundo, sino de vivir en la conciencia de la imposibilidad del mundo para aportar respuestas. El trabajo del escritor es la pregunta salvaje, la curiosidad feral.
Escribir: esa obstinación del ojo por el ojo.
ResponderEliminartsss...!
Gracias, master. :)
ResponderEliminarestar en el sueño de las preguntas
ResponderEliminaro.o
chidísimo raya
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