Entre el libro y la nada, hay nada; lo que
no quiere decir que el libro sea nada.
El libro, sin embargo, es excesivo. El
libro se pone entre el libro y la nada como una cantidad mínima que debería
asumir el valor de la necesidad en su mínima expresión.
El libro es necesario, pero su posibilidad
es imposible. Y no podemos hacer nada sino tender a él: escribirlo mientras
escapamos de él, cavar para salir del agujero.
El libro es el valor mínimo puesto a manera
de diferencia, coordenada, separador,
entre lo real y la nada: es su frontera.
Hoja: ojo. Hojear, parpadear. Leer: ver (dad) (ero).
Libro: red de obturaciones.
Necesidad. Ananké: la diosa tejedora: madre de Aracné, y de Ariadna, y de la hermana de Filomela y de la indecisa Penélope. El libro es el velo tejido con que las estatuas cubren los muñones sagrados; es lo que está ahí para opacar, pero también y sobre todo para revelar a medias.
El libro es lo menos posible.
El libro es voluntad de ver. Es una red de experiencias, no un objeto. El ser no es --no puede ser-- una cosa.
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