jueves, 5 de agosto de 2010

Iggy Pop y Debbie Harry- Toronto, 1977

a Guillermo Navarrete

La adolescencia debería verse así
y durar para siempre.
La adolescencia debería ser una lengua
naciendo (flor) del fondo
de una rubia sin exigencia de beso;
la lengua besada por los ojos de Iggy
azorado por el súbito color del deseo.

(Se busca, evidentemente, el escándalo
del fotógrafo. ¿Acaso importa?)

No sabemos si pezón o trago
de cerveza busca el color de esa lengua
de la rubia en blanco y negro.
Los grises hacen evidente
lo fálico de toda sed.
No se trata de hacer psicoanálisis barato
(muy barato) 
de nada: se busca la raíz del deseo
si algo se busca,
como la mano de Iggy, así de mansa, 
entre los pechos niños de la Harry,
gato ritualizante,
avanzando sobre formas acostumbradas
al sudor, como mano acostumbrada
que conoce su oficio de gato
pero que no lo exhibe, que se pone ahí
para ser blanco del fotógrafo --o incluso
trampa en lo excluso de la diferencia,
de la velocidad de la lengua que Debbie ciega lanza. 


Un abrazo más desnudo,
sin playera, él, como hará hasta que sus músculos
cobren la dureza de un estibador anciano;
sus piernas abiertas detrás de ella
reteniendo el vértigo --dedos
que tañen costillas o sopesan el breve peso
del esternón-- porque Debbie Harry
con lengua y todo
está a punto de salir de cuadro, a punto
de alzar los ojos ensombrecidos hacia la lente,
a punto de descubrir que crecimos demasiado pronto,
que nos hicimos viejos e insípidos,
que la cerveza amarga.



[De la serie inédita Álbum de fotos, 2010.]


Foto: Bob Gruen.

1 comentario :

  1. la gente no se vuelve vieja y mucho menos estos gueyes creo que son de nuestra época la adolescencia se puede ir para siempre. Los que viven añorando volver a ser jóvenes, la verdad es por qué no saben vivir cada etapa de sus vidas. Eso no quiere decir que se extrañe ser joven, se extraña estar vivo.
    lnm

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