(Se busca, evidentemente, el escándalo del fotógrafo. ¿Acaso importa?)
No sabemos si pezón o trago de cerveza busca el color de esa lengua de la rubia en blanco y negro. Los grises hacen evidente lo fálico de toda sed. No se trata de hacer psicoanálisis barato (muy barato) de nada: se busca la raíz del deseo si algo se busca, como la mano de Iggy, así de mansa, entre los pechos niños de la Harry, gato ritualizante, avanzando sobre formas acostumbradas al sudor, como mano acostumbrada que conoce su oficio de gato pero que no lo exhibe, que se pone ahí para ser blanco del fotógrafo --o incluso trampa en lo excluso de la diferencia, de la velocidad de la lengua que Debbie ciega lanza.
Un abrazo más desnudo, sin playera, él, como hará hasta que sus músculos cobren la dureza de un estibador anciano; sus piernas abiertas detrás de ella reteniendo el vértigo --dedos que tañen costillas o sopesan el breve peso del esternón-- porque Debbie Harry con lengua y todo está a punto de salir de cuadro, a punto de alzar los ojos ensombrecidos hacia la lente, a punto de descubrir que crecimos demasiado pronto, que nos hicimos viejos e insípidos, que la cerveza amarga.
la gente no se vuelve vieja y mucho menos estos gueyes creo que son de nuestra época la adolescencia se puede ir para siempre. Los que viven añorando volver a ser jóvenes, la verdad es por qué no saben vivir cada etapa de sus vidas. Eso no quiere decir que se extrañe ser joven, se extraña estar vivo. lnm
la gente no se vuelve vieja y mucho menos estos gueyes creo que son de nuestra época la adolescencia se puede ir para siempre. Los que viven añorando volver a ser jóvenes, la verdad es por qué no saben vivir cada etapa de sus vidas. Eso no quiere decir que se extrañe ser joven, se extraña estar vivo.
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