lunes, 6 de agosto de 2012

Civilización

todos somos extranjeros en el lenguaje
David Antin


1.

Démonos a entender
como podamos: ¿quién
dice yo
cuando yo
digo "yo"?

Soy el ventrílocuo de quién
cuando hablo
mientras dura
la partitura del aire
encadenado
de las palabras.
Mientras dura el ascenso
por la escalera de la respiración,
mientras sea el buzo
de todo lo visible
soy quién.

En el silencio,
por otra parte,
soy Nadie.

2.

para Lauri

La palabra es el ahogo:
donde hay palabra
no hay aire.

Lo que hay
en la palabra
es un espacio
muerto,
un paréntesis
( del aire )
una pausa
para que el aire
tome forma
de cualquier cosa,
o mejor,
de todas las cosas.

3.

En la cifra de la palabra
llevan envuelto un cadáver
que pronuncia
una bocanada de polvo
( un desierto )
inhabitable.

"Sea
el lugar de la palabra
esa única morada
posible",
le rezan.

La palabra
es un cadáver
insepulto
del que brotan flores.

El cadáver habita
--esto es decir
entra y sale
sin quedarse
nunca realmente--
la casa invisible
del lenguaje.

4.

El que habla se persuade, sobre todo,
de que habla; de que el habla
es vida, y no, por ejemplo,
el desierto del Sahara,
una tripa sin escarabajo,
una lluvia ( cualquiera ),
la hebra larga del río Mapocho
despertando a una mujer
de la que me enamoraré
mañana,
en fin, un estornudo
o un transbordador
espacial. El que habla

se persuade, pues,
de que habla,
y quién soy yo
( quién soy yo )
para desmentirlo.

Soy quién.
Baste.

2 comentarios :

  1. Respondencia. Ayer intentaba decirle a una amiga que el lenguaje, que 'me sobraban las palabras', que cómo no exagerar con palabras la escritura. Gracias, un collar de abrazos.

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