domingo, 2 de octubre de 2011

Horror y milagros

, El milagro es la coincidencia del azar con el deseo. El problema empieza cuando el azar, en su ser la suma de posibilidades, al cumplir el deseo, excede nuestra capacidad de recibir. Entonces nace la dignidad. Es más o menos lo que tengo que decir sobre Incendios, de Wajdi Mouawad, un evento teatral que se sigue presentando un par de semanas en el Foro Shakespeare de la ciudad de México. Pero no es lo único que diré.


, Hoy un reportero curioso del canal Cadena 3 (canal 28 en México) cito a varios exponentes de la escena de slam poetry defeña en Casa del Lago. Parece que será un reportaje a transmitirse el próximo sábado, a la una pe eme, creo. Esperé el momento para llegar "adecuadamente tarde". Antes de llegar, recibí un sms de la Señora que Sabe. Mientras contestaba, pasó junto a mí, a la mitad de Reforma, uno de los actores de Incendios. Lo saludé, le agradecí por la función de anoche, y hablamos brevemente sobre la puesta y la adaptación cinematográfica dirigida por Denis Villeneuve. Sólo hasta que contesté el sms, me di cuenta de lo absurdamente inverosímil que son este tipo de eventos. ¿Quién podría creerlo, cuáles son las probabilidades en la ciudad más poblada del mundo? Las nupcias del azar con el deseo, de maneras que superan mi comprensión. No me ocupa que nadie crea mis historias. Lo que cuento es lo que tiene una traza verificable; lo verdaderamente increíble sólo compete a los que lo viven. Son las novelas secretas.


, Sigo regalando libros como si se dieran en los árboles. Claro, son ceibitas, pienso. Técnicamente son árboles. Ayer lo vi por primera vez en una librería, la del Educal de la biblioteca Vasconcelos. Se siente raro, bonito. Se siente. Es el primero de muchos, D.


, El viernes C. me prestó Horrorism: naming contemporary violence, de la filósofo italiana Adriana Cavarero. La recepción de la violencia tanto en el cuerpo, en el llamado tejido social, y también en sus modos de representación, recibe en este lúcido ensayo un tratamiento sensible, desde la raíz de la palabra. Pensamos que el terror y el horror son formas cercanas en la constelación del miedo, sin notar que la "guerra contra el terror", y esta, nuestra guerra contra el narco, dejan sin tocar la zona de las víctimas: el horror, la parálisis frente a lo que no puede digerirse, precisamente porque atenta contra la entraña, contra lo humano. Traduzco un fragmento:


Las crónicas de estos tiempos nos proporcionan algunos casos ejemplares para el repertorio del horror. Luego de ser llamado para identificar los restos de su hija --una joven chechena quien se hizo estallar con un cinturón de explosivos-- un padre declaró: 'Todo lo que quedó de mi hija fue su cabeza. Su cabello estaba enredado, como si la hubiera despeinado el viento... Fuera de la cabeza, todo lo que quedó fue un poco de hombro, y parte de un dedo con la uña. Lo puse todo junto en un paquete. Todo lo que quedó de Ajza fueron cinco o seis kilos, nada más." Es un fenómeno bien conocido que la detonación de un explosivo pegado al cuerpo pulveriza el abdomen y separa la cabeza limpiamente; también el caos en la escena de los asesinatos masivos, que hace difícil reunir cada pedazo de los cuerpos de las víctimas para contarlas e identificarlas. Dada la dificultad de la operación, los miembros de víctimas y perpetradores frecuentemente se mezclan. El cuerpo deshecho (separado por la explosión, vuelto partes) pierde su individualidad. La violencia que lo desmiembra atenta contra la dignidad ontológica que posee la figura humana y la vuelve intolerable a la vista. Más repugnante que ninguna otra parte del cuerpo, la cabeza, de los restos, el más claramente humano, en el que un rostro individual aún puede verse.
***
La iconografía de la Revolución Francesa volvió familiar para la muchedumbre la exhibición de las cabezas separadas por el verdugo.A pesar de la repetición del acto, los horrores de la época presente rompen con la racionalidad mecánica tan valorada de la guillotina. Tomando a la víctima indefensa por el cabello, de pie, en el ángulo derecho de la cámara de televisión (y por tanto, de la audiencia mediática internacional), el verdugo moderno corta la cabeza con un cuchillo. Más que removerla sencillamente, el crimen es escenificado como una ofensa intencional contra la dignidad ontológica de la víctima. Evidentemente, la cuestión aquí no es tanto matar sino deshumanizar brutalmente lo que hay de cuerpo en un cuerpo, destruyendo su unidad figurativa, manchándola. En un acto que ataca a lo humano en tanto humano, los carniceros abrazan el horror con convicción. Como si la repugnancia que el horror provoca fuese más productiva que el uso estratégico del terror. O como si la violencia extrema, dirigida a la nulificación de los seres humanos más que a su asesinato, hubiera de recaer más en el horror que en el terror.
[Cavarero, Adriana. Horrorism: Naming Contemporary Violence. Columbia University Press, NY, 2009.  p. 9.]
, Alzatti dibuja bonito. Tiene un cuaderno bellísimo de dibujos, en técnica "bic sobre papel". Ella, Rojo y yo caminamos durante horas bajo un cielo nublado. Este cielo tan frío de octubre.


, Desde el encuentro de Puebla (del que tengo poco que decir, me emocionaron algunos con los que me encontré, me alarmó más sentirlos tan viejos, niños todos ellos), no dejo de leer a Pavic. Allá compré El último amor en Constantinopla, y regresando leí de nuevo Siete pecados, y voy empezando Segundo cuerpo. Va bien. Me asombra regresar a Italia, de donde el Vértigo de Sebald me dejó tan poco. Me dijeron que a Sebald había que tenerle paciencia. Pero ni que fuera a vivir cien años para semejante pereza. También la Cavarero me llevó de vuelta a un idioma bellísimo, que adoro. Pero por ahora, sólo Pavic. Seré serbio y me haré con rudimentos de serbio, espero, para finales de este año. Su poesía no está traducida. Lo dije por tuiter y un reportero me contactó: resulta que vivió en Montenegro y tiene una pequeña colección de literatura serbia. El deseo, de nuevo, se topa de frente con el azar.


, Poema cursi en la mañana. Creer que un poema puede ser un chaleco antibalas no detiene ninguna bala. Pero hay que anteponer al horror, a esa parálisis, el movimiento. Hay que latir, aunque a veces el latido sea torpe. Hay que querer aunque no sepamos cómo. Hay que querernos y morirnos queriendo. Aunque sea.


, Cumpleaños de la Señorita P. y de Mario Anieva. De C., ayer. De Fernanda, de su casa, de Ceniza que ya tiene un año, de ver a Nico, de hacer un fuego enorme en el centro del patio, de la visión del fuego en la madrugada, con sueño, con tanto cansancio.


, No me trabé en la entrevista. Héctor, que justamente pasaba por ahí, dijo que la estatua de León Felipe se parecía a Ginsberg. Sí es cierto.


, Mes del festival Vértigo de los aires. Semana de los MTV Game Awards, al que debo ir por mi trabajo. Fin de semana de amigos, de libros, de reencuentros. Días raros. Años raros. Vida rara. Mía. Con eso tengo para dormir en paz.


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3 comentarios :

  1. No tengo quejas del diseño. Gracias por la traducción. Ahora me resulta necesario el libro. Ya tendré qué ver quién lo importa al trópico. Que todo marche bien en el Vértigo, un par de buenos amigos que además son mis editores, van para allá. Saludos.

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  2. Julio, ¿no venías en algún momento? Bueno, te pregunto por DM.

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  3. ¡Sí! Pero ya no llego al Vértigo de los Aires. Llego sólo a la Feria, llego el 20 por la tarde y me marcho el 23 al mediodía. Por DM te pediré que me digas cuándo estarás en el Zócalo. Abrazo.

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