miércoles, 5 de octubre de 2011

Bocanada

Nada que decir: decir nada, activamente.

Hallar si no un lugar en la escritura, al menos un camino. El lugar a donde lleve no tiene la menor importancia.

La escritura es el lugar de lo que no tiene importancia. Escribir es estar yendo. Escribir es un gerundio en calma.

No hay dónde en la escritura, hay desde dónde.

Se habla y se habla del silencio. Dejan de pasar autos 20 segundos por el Viaducto, y en el aire pesa la redondez del mundo.

La palabra puede ser un arma, un espacio, una herramienta, un jardín o lo que se quiera, ¿pero qué pasa si la palabra de pronto exige conservar su redondez de planeta imaginario? ¿De asteroide no descubierto?

Estar diciendo nada no es lo mismo que callar. Se calla haciendo chocar los nombres de las cosas hasta que dejan de haber cosas; pero se dice nada (néant) para dejar que las cosas (y, por ello, las palabras), sean.

Prístina sin asidero la palabra ahí, bocanada.

¿Y si también, sobre todo, las cosas son las letras del libro del infinito?

Nada hay en esta boca: todo está por decirse.

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