sábado, 17 de diciembre de 2011

Apuntes para una definición de la respondencia o Sábado

, C. me regaló la palabra "respondencia" en un restaurante mientras terminábamos una segunda orden de tostadas de atún. Hablábamos de poesía -¿de qué más hablamos, C.?- y hablábamos de la poesía no como una irrupción de la voluntad en el curso de la vida, sino como de una lectura posible de la vida misma, de algo ya implícito en el curso de la vida misma frente a lo cuál la escritura era particularmente reactiva. La escritura es particularmente reactiva, sí, pero sólo si se entiende la escritura como un modo particular, contingente, de la atención, no como, por así decir, el medio prevalente de la atención.

, Uno estaría tentado a escribir que, por definición, el acto de escritura es privativo frente a cualquier otra acción; es decir, que uno no escribe mientras conduce un auto, mientras se baña, mientras tiene sexo o mientras recoge ropa de la lavandería, aunque nada lo impida en realidad. Tal vez yo no sea un escritor y nunca pueda serlo, me digo, porque para mí escribir es siempre una acción que ocupa -que inocula- un espacio que no le pertenece, infectándolo, por así decir, y extendiéndose en ese espacio que no le es propio. Creo que sólo mediante esa postura irruptiva, mediante ese gesto que podríamos llamar colonialista de la escritura frente al espacio propio de otra cosa, es que la escritura es posible.

, Tomé clases con Huberto Batis más allá de los créditos necesarios para aprobar tal o cuál materia que impartía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Lo hacía porque, a diferencia de la transmisión de un saber, a diferencia del desarrollo "natural" de un curso universitario cualquiera (si puede haber un contexto menos "natural" que ninguno sin duda es una clase, una situación académica), en sus clases, Batis daba libre curso a la asociación de ideas e imágenes, citas y anécdotas. Esto, lo supe ahora como entonces, es algo que pocas veces puede experimentarse en un aula: el estar expuesto a y el ver la exposición de, un inconsciente libre de toda reserva del yo; o, paradójicamente, una ficcionalización y editorialización tal del yo que la frontera entre lo real y su testimonio se difumina de tal modo que uno es incapaz de notar tal diferencia, si existe del todo. Lo que nadie puede enseñar y, con todo, Batis muestra -no enseña-, es un método para imaginar.


, Respondencia deriva de una ruptura en la palabra "correspondencia", en el centro de su asumida, frágil unidad. Una correspondencia es un camino de ida y vuelta, algo que al corresponderse se estabiliza, se vuelve discernible. La respondencia en el sentido en que yo la entiendo es sólo un camino, un movimiento que se afirma a sí mismo sin finalidad -por así decirlo, sin destinación. Así, una respondencia es sobre todo un riesgo y se parece a una respuesta que obtenemos por gracia, frente a la cuál, el rastreo de la pregunta es apenas una modalidad accesoria para acceder a la dirección que toda respondencia que se precie de tal, plantea.

, La última vez que hablé por teléfono con Batis para informarme sobre su estado de salud, la conversación -o diría, el monólogo- se extendió durante poco más de una hora. Se habló de los tipos de cáncer y su quirúrgica, de Efraín Bartolomé, del movimiento zapatista del 94, de la novela por entregas, de Melville, del jamón conocido como bola de cerveza, de la destilación del whisky, de Christo -el artista-, de Sophie Calle, de Salvador Elizondo, de la cortesía, de Cristo -el profeta-, de vírgenes medievales y de venus prehistóricas.


Intermedio:


Canines roped

Hoy sábado decidí no asistir a una cita que tenía a las 10 am y dedicarme a leer desde temprano. Me senté en un café y me puse a leer. Como siempre pasa en los cafés, uno accede a un espacio límbico de suspensión del tiempo; una chica desayunaba con su madre mientras una perra negra, no sé si labrador, pero más pequeña, descansaba a sus pies, visiblemente aburrida. De una veterinaria cercana salió una perra muy parecida, llevando a cuestas a una señora muy habladora. La primera perra, a quien llamaremos Nena, reaccionó frente a la irrupción de la segunda perra, a quien llamaremos Pedrisco porque, como nos enteraremos, Pedrisco es perro y no perra.

Como Nena no tenía correa corrió a encontrarse con Pedrisco, o a reencontrarse, pues sus dueñas se reconocieron de un escarceo previo de sus mascotas. El problema fue cuando la dueña de Pedrisco quiso llevárselo: luego de unas cuantas vueltas y correrías calle arriba y abajo, Pedrisco y Nena eran virtualmente indistinguibles, al menos a la distancia. Cuando regresaron, la dueña de Nena trató de amarrar a Pedrisco, quien la miró con extrañeza. Nena tampoco se dejó llevar por la dueña de Pedrisco. Fue posible identificarlas, salomónica solución, al observar el sexo respectivo de los perros. Como madres irresponsables, las dueñas rieron nerviosas y dejo de escribir, pensando que he narrado una pieza intermediaria en un arte de comedia para matemáticos.

Fin del intermedio


, Fantasía de otredad: no ser yo y, a la vez, tampoco ser otro. No me interesa la identificación sino la desidentidad, es decir, el paso de una identidad a otra; lo que el ser es mientras está en devenir. El estado límbico del ser, por así decirlo: al verse privado de la eterna mirada de Dios, el habitante del Limbo se priva de la mayor gloria pero, a la vez, desconoce esa misma gloria de la que está por siempre privado. Citando libremente a Giorgio Agamben, el habitante del Limbo no echa de menos la contemplación de Dios más de lo que un hombre sensato se lamenta por su incapacidad para volar.

, Una respondencia es el espacio propio para la hospitalidad de la contingencia.

, Siempre he dicho que soy incapaz de escribir ficción por una imposibilidad diría genética de creer en la palabra, si no, lo que es peor, por una inclinación moral hacia la verdad. Lo cual, claro, es mentira: si un talento tengo es el de la mentira. Pero el que yo no pueda escribir ficción del tipo que es más familiar -es decir, en los "géneros literarios" del cuento o la novela, siguiendo esa parcelización de la escritura cuyo agrietamiento es innegable-, no significa que la ficción no pueda escribirnos. Lo digo en un sentido más filosófico que poético: al participar del delirio colectivo que constituye el uso del lenguaje, opuesto este a la experiencia "pura", entendiendo esta como una experiencia no verbal, digo, al participar de la palabra participamos no de lo que nosotros queremos que el lenguaje diga, sino de lo que el lenguaje dice a través de nosotros. Es Derrida y Lacan for dummies, claro; pero en un punto de un trabajo serio frente al lenguaje hay que encarar la siniestra posibilidad de que el lenguaje sea el que habla y que el sujeto sea apenas una ficción creada por él. La respondencia, pues, es el mecanismo de la atención que muestra precisamente esa imposibilidad del lenguaje para esconderse a sí mismo, para escondernos de él. Una respondencia es una ilatencia, en el sentido en que hace que un contenido latente deje de serlo, sin prestarse por ello a su total manifestación. Una respondencia es la mitad perdida no de algo, sino de nada.

, Una respondencia es el estornudo del azar.


, Huberto Batis estuvo al frente del suplemento cultural Sábado! del periódico unomásuno durante 25 años. Otra manera de contar esa historia, fuera de la rigurosamente hemerográfica, sería decir que Batis es testigo privilegiado de la historia literaria y cultural de México durante la última mitad del siglo xx. Otra manera más sería decir que sus clases en la facultad son el b-side de la historia de la literatura mexicana. Algunos creen -lo escuché más de una vez de mis, por así decirlo, compañeros- que se trata sólo de chismes de la ciudad letrada. El problema es ver con acritud el chisme. No me tomaré mucho tiempo en ello, pero creo que cierto chisme es una de las formas principales de la curiosidad. Claro, no es lo mismo escuchar el insípido relato de las inseguridades de alguien que no conocemos que saber el tipo de cerveza que le gustaba beber a Goethe, o el efecto devastador que producían en García Ponce los paisajes naturales. Menos que la mitificación de la vida privada de los escritores, lo que está en juego es el modo de configuración de una imaginación -relatada, además, por boca de un magistral narrador oral como es Batis.

, La respondencia no es sólo una libre asociación de ideas y referencias culturales, sino un modo de identificar y guardar registro del asombro. En realidad se trata sólo de un nombre para designar algo que de todas maneras la gente suele hacer al reconfigurar una coincidencia. Cualquier forma de relato respondencial podría comenzar por "vas a creer que lo inventé, pero...", etc., que es un gesto que busca evidenciar la perturbadora simetría que las caracteriza. Algunos llaman a ese estado modestamente delirante con el nombre de "sincronía", lo que limita el asombro a un encuentro en el tiempo. Podríamos decir que una respondencia es la implantación de una duda radical en la textura de la realidad, algo como un "mostrarse" de las costuras mediante una sutil suspensión de la incredulidad. Esta definición bien podría servir también para definir el arte Dadá, el arte objeto de Nicanor Parra y el teatro, dejando felizmente a las respondencias como tal sin definición propia.

, Este es el espacio de la respondencia: el espacio que deja vacante la irrupción de la nada.

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