Este texto apareció originalmente en la página de Mutante.
Narrator: When people think you’re dying, they really, really listen to you, instead of just…
Marla Singer: —instead of just waiting for their turn to speak?
Fight Club, (Fincher, 1999.)
Marla Singer: —instead of just waiting for their turn to speak?
Fight Club, (Fincher, 1999.)
, Una lectura de poesía y una misa católica se parecen en que reúnen a un grupo que espera que un tercero, portador temporal de la palabra, se calle.
, La palabra es posible gracias a un tipo de violencia de naturaleza sutil, pero innegable: una cosa, al ser puesta en palabras, de algún modo, es destruida. Lo no dicho, al permanecer oculto, permanece seguro. Hablar equivale a una forma de nacimiento. La palabra parte: divide, hace nacer. Y Dios dijo ‘hágase la luz’.
, Cuando en un lugar se reúnen más de tres personas, aquello solo puede resultar en una eventual conspiración; tal conspiración, según las circunstancias, tomará la forma de una orgía, un golpe de Estado, un complot electoral, una anodina tuitcam. Si las circunstancias son funestas y tenemos a los dioses en contra, el grupo tendrá intenciones artísticas, por lo que el resultado será una revista literaria, una vanguardia artística, una lectura de poemas. Todas, empresas hijas del aburrimiento destinadas a modos más discretos o más olímpicos de fracaso.
, “No me interesa pertenecer a ningún club que me aceptara como miembro”, fue más o menos la frase de Groucho Marx. La escritura no nos pondrá nunca en ese aprieto: un club tan extremadamente selecto no reconocerá nunca a nadie como legítimo miembro; sus verdaderos miembros nunca serán parte de él. Serán miembros fantasmas, si lo prefieren, para utilizar un término anatómico: todo lo más, tratarán de ser un intangible dolor en el cuerpo de la escritura.
, En la vulnerabilidad, nos dice Adriana Cavarero, se negocia el daño o el cuidado de un cuerpo. Al ponernos en contacto con un poema, asumimos el espacio de vulnerabilidad que negociará nuestra protección o nuestra destrucción, sin conocer el resultado previamente. El salto mortal hacia el poema lo hace el lector, a través de la agencia de viajes Ícaro tours.
, El verdadero riesgo de la poesía no consiste tanto en organizar la vida en torno a la escritura tanto como en permanecer disponible para su irrupción. El verdadero riesgo de la poesía, por tanto, es más patente en el lector o el escucha que en el supuesto escritor.
, Un escritor puede ser un impostor, pero un lector siempre es un lector.
, Una lectura con fines literarios no consiste sino en la fatal comparación de soledades colindantes entre los asistentes. Este proceso, a diferencia de la frenética o mesurada actividad verbal en la mesa o el escenario, generalmente presididos por una voz, ocurre en silencio —del modo, imaginemos, como el libro ocurre justamente entre los espacios callados de las palabras.
, Reunido un grupo mayor o menor de gente, algún bravo depone el silencio circundante. Lo que los asistentes escuchan no es el poema, sino el cálculo del tiempo restante para que sea el turno de alguien más para dirigirse al público —esto aplica incluso para aquellos que no escriben y que acaso no escribirán nunca.
, Las voces son un cuerpo.
, La reunión de los asistentes a cualquier tipo de lectura literaria, ese conjunto de subjetividades contingentes, está puesto en el lugar que dejara vacante la vieja fogata de los cavernícolas sabios. Las bacantes, por otro lado, llegan siempre, aún sin confirmar asistencia.
, Escribir es decir lo que alguien que no conoces, a quien no has visto y a quien probablemente nunca verás, no se atreve a decir.
, Lo que los asistentes escuchan no es el poema; lo que les ocurre mientras escuchan puede ser (o no) el poema. Eso, apenas depende del que lee en voz alta; hay un poco más de responsabilidad en el poema, naturalmente, pero la eficacia del poema depende únicamente del lector. Se dice que la mayor influencia literaria de Robert Walser (el Kafka suizo) fueron simples revistas para señoras.
, Si el silencio es el espacio por excelencia de la hospitalidad, el simulacro de silencio que supone la escucha de una lectura es toda la confianza que podemos permitirnos aún, algunos, de que la ciudad no se encuentra enteramente poblada por fantasmas.
, La diferencia entre un grupo de apoyo y un deporte extremo ocurre solamente en esa resbalosa categoría del espíritu: la actitud. Hay monjes zen que se comportan como burócratas y coleccionistas de vajilla que asumen su pasatiempo con la intensidad de una misión dictada por dios mismo.
, Para que esa famosa etimología de “religión” funcione (aquella donde religión deriva del latín religare, re=de nuevo y ligare=unir), es necesario, primero, contar con una escisión fundamental, previa. La ilusión de la “reunión” debe ser precedida por la ilusión de la ruptura. Es mi parecer que durante un slam de poesía, ambos elementos confluyen: algo se rompe, algo se une, pero sólo los asistentes saben de qué se trata.
“It was on the tip of everyone’s tongue. Tyler and I just gave it a name.”
, En la lectura silenciosa del libro, el libro está puesto en el lugar de una voz ausente. En la lectura en voz alta, no es quien lee o dice de memoria el que está puesto en el lugar de un libro ausente: es la reunión misma de los escuchas lo que garantiza la configuración de un libro ya no ausente, sino imposible del todo, del cuál todos, en parte, participan.
, En ocasiones, parece que el poema fuera un mero pretexto para que una multitud de extraños se reúna para verificar cuánto, sin saberlo, tienen en común.
, El estatuto del que lee en voz alta, por otro lado, se parece al de un ventrílocuo o médium: toda la razón que puede darse de él o ella vendrá de esa presencia inasible que lo habita y que asume, de manera contingente, los rasgos que una voz le presta.
, La voz es el verdadero agente de la religión, entendida como “unión de lo que había permanecido separado”. Difícil, acaso imposible, saber si el que habla es lo roto de nosotros o el agente que une los pedazos fragmentados de una comunidad aún posible.
, Muchos alegatos pueden hacerse a favor y en contra de un slam de poesía: que no se trata de lo que hasta hace poco las academias reconocían como “poesía” verdadera; que es el único tipo de poesía “verdadera”; que los referentes son caducos —que reflejan un mundo que cambió más rápido que la sociedad; que los estilos son endógenos, pobres; que echa mano de lenguajes ajenos a la literatura, evidenciando así las limitaciones de la palabra escrita; que los recursos de la voz son limitados; que la página impresa es el pasado. Esta pelea es vital, y está lejos de resolverse en un sólo round. Como todas las buenas peleas, durarán lo que tengan que durar.
Siempre es tu primera noche en un slam de poesía. Siempre da miedo. Ganar o perder, da lo mismo. La verdadera pelea es frente a uno mismo.
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