Esconde a tu dios. Esconde a tu diablo.
Paul Valéry (Monsieur Teste)
1.
Si no podemos representarnos el amor sin crueldad,
tomemos por decir algo, la crueldad del mundo
como ofrenda, como película de contraste
para opacarnos artificialmente,
para oponer al avance de la felicidad
obstáculos impropios, arbitrarios,
temblores apenas simulados,
desgracias de otros, prestadas
como camisas que nos vienen
demasiado grandes.
Si no podemos redondear el tamaño del amor,
si nos hallamos incapaces de alegría perfecta,
tomemos el horror de la Historia,
el asco, la traición, la cobardía
y el meditado peso de todas las venganzas
para ponerlas juntas como un jarrón
o una piedra brillante
al lado de los libros y la lámpara,
como un amuleto de la mala suerte
para no olvidar el odio entre las sábanas,
mientras creemos ser eternos
a través del amor e indomables.
2.
El amor necesita un poco de tristeza
para ser amor y no la torpe,
idiota alegría que la costumbre desvanece.
Sonrío como un animal sagrado
a punto del sacrificio; sonrisa loca,
sonrisa que ofendería, cuando la pienso,
al dolor del mundo.
La felicidad es una forma de la injusticia,
y en la crueldad, una forma bella.
La literatura feliz es idiota.
La felicidad es aún más idiota que la fe.
Infinitamente pequeños,
felicidad desolada,
una puerta cerrada para el mundo
sea todo el mundo que necesitemos.
3.
Una carta con palabras que se corresponden
-correspondencia, sí-
llega a dos puertas que se obstinan
en su distancia incalculable.
No importa.
Las palabras correspondidas
se cierran en torno a ellos
como las dos partes de un abrazo,
como las dos hojas
de una puerta para el mundo.
.
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