miércoles, 14 de marzo de 2012

El escritor es Nadie: 62 provocaciones sobre la escritura en redes sociales (en 140 caracteres o menos)

[Esta pretende ser la primera conferencia tuiteraria del mundo mundial. Fue dictada a un auditorio de estudiantes durante el XI Encuentro Nacional de Escritores de Tierra Adentro, en la ciudad de Puebla. Se supone que en algún lado se publicaría. Y pues eso.]

Utilizando como punto de partida la estructura de un TimeLine de Twitter (una sucesión de entradas que se actualizan en tiempo real), traté de reproducir la sensación de interés y dispersión que por igual despierta la experiencia de lectura en esta red social. Este formato pretende ser congruente con la estrategia que Twitter presenta como interfaz, tanto de lectura como de escritura. Como suele ocurrir con autores como Tólstoi, Dante, Homero o Cervantes, es más lo que se dice acerca de ellos que lo que se les lee efectivamente; Twitter y otras redes sociales, así como otras tantas interfaces de edición de la personalidad en el universo 2.0 (provocación que espero desarrollar en un futuro próximo), no están ni más ni menos inclinadas a favorecer la creación artística que los medios tradicionales de producción: en tanto tecnología, es decir, en tanto herramienta, todo depende del usuario, del uso. Claro, hay matices, condicionantes, prácticas que necesitan revisarse detenidamente y conforme a casos: hablar de Twitter en general es igual de torpe y parco que hablar de literatura rusa en general. Los puntos que expongo a continuación no son ni mucho menos extensivos, pero pretenden trazar un mapa de coordenadas rizomáticas en torno a la lectura en medios digitales y a la escritura misma que es, en la tablilla sumeria o en la hipermoderna tablilla iPad, siempre su propio basamento, su propio pastiche. Todos los puntos siguientes no están ordenados por ninguna jerarquía, y están conformados en 140 caracteres o menos, por si el (improbable) lector se lo preguntaba.




  1. El libro es otro modo de decir "interfaz". Un libro es un medio interactivo.
  2. La virtualidad del libro, impreso o digital, no está definida por la interfaz.
  3. Un libro impreso, en una biblioteca, es tan virtual y lejano como 20GB de e-books sin leer. 
  4. Temor de que la memoria se pierda en formato electrónico. Rebate: la cultura sobrevivió a pesar del fuego de la biblioteca de Alejandría.
  5. Frente a la absurda pugna que opone medios impresos a digitales como prácticas escriturales contradictorias, apostar por la escritura.
  6. No romper lanzas por el libro impreso ni por el e-book, pero romper todas las necesarias por la escritura.
  7. Escribir en tanto mecanismo performático es elegir una palabra en vez de otra, así como su orden, para promover un sentido posible.
  8. La escritura siempre es virtual, siempre está por ser.
  9. Actualizar: llevar al acto; lo virtual de la escritura implica una elección, un acto que no se consuma, que según Valéry sólo se interrumpe.
  10. Editorializar: elegir.
  11. Twitter implica una función editorial: la creación de una antología o libro vivo, en constante alimentación y modificación.
  12. Más que de escritura, sospecho que el meollo de Twitter es la edición.
  13. Un timeline es un contexto de sentido. Es donde puede ocurrir la escritura colaborativa, los cadáveres exquisitos, los juegos de palabras.
  14. Twitter es al siglo xxi lo que los salones literarios eran al siglo xvii.
  15. Twitter tiene el mayor índice de palindromistas en cualquier red social. [Información no verificada, ni siquiera por wikipedia.]
  16. Twitter como película de contraste que revela al redactor de guarradas, al aforista dormido, al pedante moralino, al pedante a secas.
  17. Merecer “el alto honor de la tipografía” que decía Borges, es una actitud. Publicar en Twitter o hacer libros no hace de nadie un escritor.
  18. Las tecnologías de la información suprimieron (¿fusionaron?) la escritura de la edición: escribir en Twitter es publicar.
  19. Leídos de manera aislada, muchos tuits no tienen sentido: su sentido se conformó por el contexto de un momento.
  20. Perdido el instante, el tuit se perdió. Es cierto, el instante los ha vencido. Pero ha sido un gran instante.
  21. Toda escritura es una posición política. Escribir en Twitter es, entre otras cosas, apostar por una política de la desaparición.
  22. Acaso desaparecer no es sino apostar, en lugar de por la trascendencia, por una más modesta vigencia.
  23. ¿Diferencia del escritor impreso contra el escritor mínimo? Proyecto: espectros temporales, públicos diferentes, carácter (nomádico o no).
  24. Todo acto de lenguaje implica un grado de ficcionalidad. El lenguaje es ficción. Toda palabra comenzó como metáfora, como poema.
  25. Facebook implica una editorialización de la vida privada: seleccionar las partes de nuestra narrativa personal que hacemos públicas.
  26. Oprimir “enviar” ya es publicar un contenido. Con menor o menor fortuna, escribir en Twitter es publicar en Twitter.
  27. Escritores secretos: Fernando Pessoa, Robert Walser, Emily Dickinson, Georg Christoph Lichtenberg.
  28. Asumir que el lector siempre sabe más que el escritor (Borges). Apostar por un tipo de escritura que construya y merezca un mejor lector.
  29. La escritura no es inocente: un evento en Twitter, según la nueva ley promovida por el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, vale por su lejanía con la ficción.
  30. Un Estado que penaliza la libertad de expresión ha perdido la capacidad de proyectarse en el futuro. Mata utopía.
  31. En tiempos de fascismo político, el primer enemigo es la ficción, pues la verdad es cuestión de Estado (¿de Facebook?).
  32. Twitter no es fragmento: un tuit es su ámbito de significación entero.
  33. Twitter es fragmento: piezas de un discurso para armar.
  34. Un escritor “tradicional” con Twitter, no es un escritor de Twitter necesariamente. Suelen, de hecho, ser los más aburridos de leer.
  35. Autopromoción: pena ajena de ser agente de uno mismo en lugar de ser agente de la escritura.
  36. En términos comerciales, el tuit puede ser la muestra gratis para llegar al lector.
  37. La definición de un género literario condiciona y no condiciona la producción y la recepción de una obra.
  38. Obras interesantes, las que problematizan sus condiciones de producción, sus formatos: las que son conscientes de sí mismas.
  39. El tuit es consciente de que un tuit es un tuit es un tuit es un tuit.
  40. A un escritor “tradicional” se le convoca para aparecer en su papel de escritor. Sartre y Zaid están de acuerdo en este punto.
  41. La presencia del escritor es una representación de sí mismo. Un avatar.
  42. El escritor que yo veo, y no sólo en Twitter, sino a secas, es el que desaparece para dejar en su lugar vacío la escritura.
  43. El escritor, si es tal, es Nadie.
  44. Twitter no amenaza las prácticas escriturales ni sociales de la ciudad letrada.
  45. Twitter reproduce los mecanismos de reconocimiento y exclusividad de la ciudad letrada.
  46. Para decirlo pronto, Twitter reproduce las mejores y peores prácticas de la ciudad letrada.
  47. La condición de la literatura, según Terry Eagleton, es el contexto de significación con que el lector recibe una práctica de escritura.
  48. De otro modo: si alguien lee literariamente un texto, es literatura, aunque se oiga un rechinar de dientes al fondo de la sala.
  49. Una cuenta de Twitter existe a través de una línea editorial reconocible, por la cuál otras cuentas la “siguen”, la leen.
  50. No se siguen 100 cuentas, nos suscribimos a 100 líneas editoriales.
  51. Segmentación: es claro que de los millones de cuentas existentes no todas tienen intenciones literarias o culturales.
  52. Según mi modesto cálculo, en español no son más de 1000 o 1500 las que producen contenido original. 
  53. Un retuit pertinente es contenido original.
  54. Yo sigo (leo) a 160 que me parecen, a veces, demasiadas.
  55. La imbricada cortesía del follow y unfollow sólo se conoce estando en Twitter. Estas pueden condicionar prácticas de escritura y lectura.
  56. Twitter: performance de la escritura, abolición de la brecha entre escritura y publicación.
  57. Temor a la masificación de la intimidad. Rebate: importancia desmedida de lo propio. Tus 70 contactos de FB no son propiamente una masa.
  58. Temor a la masificación: tus 5,000 seguidores de Twitter sí conforman una masa, pero tú alimentas su curiosidad, su asombro o su morbo.
  59. Como los lectores de siempre han sabido, todos tenemos derecho a la curiosidad, al asombro y al morbo.
  60. La escritura no necesita consenso ni legitimidad para operar. Una obra problemática es más interesante que la que no duda de sus supuestos.
  61. El procedimiento obedece a la intención de la obra.
  62. Una lanza rota: escribir en Twitter es hacer desaparecer al escritor para que la escritura aparezca. Y luego, naturalmente, se disuelva.
La escritura invisible también tiene lugar.

3 comentarios :

  1. Gracias por estos 62 apotegmas, sonrío al pensar que a algunos los vi bajando en mi TL. Lectura obligada para los que entran, o permanecen, o salen de twitter, cachetada o balde de agua fría para algunas ideologías del instante. De Terry Eagleton me gusta mucho "La idea de la cultura". Saludos y pájaros de papel.

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  2. El problema es que no todos tienen acceso a interné. Tuiter en todo caso es un bonito juego de unos cuantos.

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  3. Escribo para borrarme (como la Pantera Rosa).

    He decidido apostar por una modesta vigilia en calidad de desaparecido, de vuelta a la hoja en blanco. Twitter también es un pasaje, un capítulo que puede cerrarse. Desde un plano inmanente contemplo el horizonte del cual he borrado una dirección -pero nunca al destinatario-, pues la escritura también huele a sangre, a caucho quemado, a voluntad obstinada, a huesos que se rompen, a #etcétera. Damos lugar a la escritura.

    Éramos lugares, islas, nunca pódiums. Las posibilidades de escribir música en un piano son infinitas porque las teclas son finitas. Así también lo es la vida, el pulso… «ello funciona en todas partes, bien sin parar, bien discontinuo. Ello respira, ello se calienta, ello come. Ello caga, ello besa.» La cosa-twitter me decía “Laerre”, el grado cero de cierta escritura –nunca mía-, y me presento, amigo, con la voluntad de firmar en nombre propio.

    Sinceramente,
    Román Garrido.

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