domingo, 6 de diciembre de 2020

"Coger, Casarse, Matar", de Amorak Huey

traducción de Javier Raya

 

Me puedes dejar y no voy a matarte.

Tener que decir eso es una locura,

pero soy hombre y este es el mundo.

Tal vez debí anotarlo en nuestros votos:

entre la salud, la enfermedad y todo eso,

lavaré tus tazas de café

y también la ropa si tú la doblas,

sacaré al perro cuando sea mi turno

y no voy a matarte,

ni a llenar jamás tu auto

con cemento fresco, que es algo

sobre lo que leí hoy: un hombre

despechado de que una mujer

no quisiera llevar su nombre.

Cuando nos casamos conservaste

tu nombre; algunos preguntaron

si no me molestaba. La gente

te decía que eras muy joven

y por tanto no entendías bien

cómo funcionaba el mundo. Por “gente”

es claro que me refiero a hombres.

No me quiero burlar

de estos seres heridos

que caminan entre nosotros

y dividen el mundo

entre Coger Casarse y Matar

que supuestamente es algo

divertido para romper el hielo

pero el mundo nos recuerda

una y otra vez que no hay

nada divertido al respecto, este

es el cristal color de vato

a través del cual los hombres miran,

aunque casi todos los hombres

que conozco quizás estén pensando

#NoTodosLosHombres, lo cual

no era el punto, puesto que no

se trata de un cálculo con ningún

margen de error. Por cada

hombre que te ama

existen once que te aman

e igual van a ir a tu trabajo

a dispararte en la cabeza.

Por cada cuerpo que tengas

existe un hombre dispuesto a poseerlo

por las buenas o por las malas.

Según cuenta la historia, Dios

pasó cinco días creando

este maravilloso lugar, sus cedros

y cañones y todas las garcetas

que emprenden el vuelo sobre

todos los humedales, y luego,

en el sexto día, creó

al hombre. Si Dios está leyendo

este poema seguramente también

está pensando #NoTodosLosHombres, pero

si Dios realmente lo ve todo y lo sabe todo

probablemente también esté pensando

Bueno, carajo, igual siguen

siendo muchos, está pensando

Por lo menos los pájaros salieron bien,

y eso tengo que reconocerlo,

aunque ahí afuera, justo

ahora, un hombre

esté pensando Matar a los pájaros,

casarse con los cañones, cogerse

todo lo demás. Este es el mundo

en el cual, de algún modo, tú

y yo nos encontramos lado a lado,

y en el que nos levantamos

cada mañana para honrar

la promesa de no lastimarnos

más de lo que ya lo hicimos.