traducción de Javier Raya
Me puedes
dejar y no voy a matarte.
Tener que
decir eso es una locura,
pero soy
hombre y este es el mundo.
Tal vez debí
anotarlo en nuestros votos:
entre la
salud, la enfermedad y todo eso,
lavaré tus
tazas de café
y también la
ropa si tú la doblas,
sacaré al
perro cuando sea mi turno
y no voy a
matarte,
ni a llenar
jamás tu auto
con cemento
fresco, que es algo
sobre lo que
leí hoy: un hombre
despechado de
que una mujer
no quisiera llevar
su nombre.
Cuando nos casamos
conservaste
tu nombre; algunos
preguntaron
si no me
molestaba. La gente
te decía que
eras muy joven
y por tanto no
entendías bien
cómo
funcionaba el mundo. Por “gente”
es claro que
me refiero a hombres.
No me quiero
burlar
de estos
seres heridos
que caminan entre
nosotros
y dividen el
mundo
entre Coger
Casarse y Matar
que
supuestamente es algo
divertido
para romper el hielo
pero el
mundo nos recuerda
una y otra
vez que no hay
nada
divertido al respecto, este
es el
cristal color de vato
a través del
cual los hombres miran,
aunque casi
todos los hombres
que conozco quizás
estén pensando
#NoTodosLosHombres,
lo cual
no era el
punto, puesto que no
se trata de
un cálculo con ningún
margen de
error. Por cada
hombre que
te ama
existen once
que te aman
e igual van
a ir a tu trabajo
a dispararte
en la cabeza.
Por cada
cuerpo que tengas
existe un
hombre dispuesto a poseerlo
por las
buenas o por las malas.
Según cuenta
la historia, Dios
pasó cinco
días creando
este
maravilloso lugar, sus cedros
y cañones y
todas las garcetas
que
emprenden el vuelo sobre
todos los
humedales, y luego,
en el sexto
día, creó
al hombre.
Si Dios está leyendo
este poema
seguramente también
está
pensando #NoTodosLosHombres, pero
si Dios
realmente lo ve todo y lo sabe todo
probablemente
también esté pensando
Bueno,
carajo, igual siguen
siendo muchos,
está pensando
Por lo menos los pájaros salieron bien,
y eso tengo
que reconocerlo,
aunque ahí
afuera, justo
ahora, un
hombre
esté
pensando Matar a los pájaros,
casarse
con los cañones, cogerse
todo lo
demás. Este es el mundo
en el cual,
de algún modo, tú
y yo nos
encontramos lado a lado,
y en el que
nos levantamos
cada mañana
para honrar
la promesa
de no lastimarnos
más de lo
que ya lo hicimos.