Columna de un templo sumergible: un dios egipcio con cabeza de tiburón blanco, junto a otra estatua de un dios murciélago (mezcla de del Camazotz maya y Mictlantecutli).
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"Motion device" en la nuca de Han Solo. Permite reprogramar y controlar mentes. Es una pantalla parecida al display del artillero del Halcón.
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Nos vamos a la playa. Antes de partir, entre las cosas que empacamos, ponemos los souvenirs, de modo que no tengamos que comprarlos otra vez en nuestro destino.
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Paseamos por un mercado de pescados y mariscos junto al mar. Los pescadores vacían cajas de camarones, almejas, etc. En una de esas cajas traen un animal humanoide, del color de la carne de almeja, y de la misma textura, con la parte superior del cuerpo no mayor a la de un niño de 10 años. Su cabeza parece una ostra, de la que se distingue una boca que abre y cierra dolorosamente a medida que muere. La parte inferior del cuerpo se parece a la cola de los camarones o las langostas. Los pescadores se reúnen en torno a la caja y gritan "¡sirena, sirena!"
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Traducí un poema largo con tema de Jonás. Los últimos versos eran: "Oh, Medusa / tarda aduanera".
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La retórica de ventas se apropió la retórica revolucionaria. Un raro triunfo del mercado: hacernos participar de él mientras nos dice que somos libres. Converso al respecto con Mandelstam, quien por otro lado ha dejado de creer en la revolución.
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Preparativos para un viaje a Japón. Llevo una pulsera rarámuri para regalar, pero no sé a quién. De alguna forma se trasluce un mensaje laboral: no es que mis clientes no confíen en mí, sino que confiarían lo mismo en mí que en otro cualquiera.
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Entro a orinar a un mercado donde unos viejos peluqueros discuten el asunto de los 18 hijos. Cabezas engominadas en fila frente a un espejo. Luego, libertad de los peces koi que viven en la inmundicia de las alcantarillas. Entretanto conozco a una chica muy guapa que me gusta mucho y a la que yo le gusto también. Cuando nos despedimos la abrazo con torpeza, lo cual me hace sentir nostalgia, pero no sé muy bien de qué.
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Voy tarde a una lectura de mis poemas, pero no voy estresado. Pienso qué voy a leer o si voy a performancear o qué, cuando me doy cuenta que definitivamente nunca llegaré a tiempo. Eso no me impide seguir pensando posibilidades para la lectura ya imposible.
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Storm y Rogue: las nubes de tormenta crean una película de piel incorpórea para la muchacha inasible. Se besan en las alturas mientras van cayendo, como águilas.
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Chabelo llora frente a un metro vacío que se aleja por el túnel. Debería ser gracioso, pero no lo es.
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Fiesta en casa de mis padres. Mamá carga a Lucas. ¿Su bautizo? Lauri me pide que le sirva un trago. X. me parece especialmente molesto con su monotema de siempre, y como siempre, lo escucho. Luego llegan un par de policías en bicicleta, con quienes me porto sumamente hostil, pero por alguna razón no les pido sin más que se marchen.
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Pasan por la tele la historia de un ídolo pop que se volvió dictador de algún país.
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Encuentro al amigo que finalmente puede llevarnos a donde sí. Pero sin recordar el token la imagen se incendia, se deseca, se autodestruye en mis esfuerzos por recordarla, pues no puedo anclarla a nada. Y no sabría describir la parte que sí recuerdo; como inferir por la forma de la hoja la del árbol.