1.
Sospecho. Me sospecho sospechar. Me sospecho sospechando de mis sospechas, elizondianamente: ¿por qué tomé del librero justo hoy
El libro de la risa y el olvido de Milan Kundera? ¿Por qué hoy y no, por ejemplo, mañana, por qué no lo tomaré mañana ni lo tomé la semana próxima? ¿Por qué me topo en la página 102 con el siguiente fragmento?:
"André Breton no creyó que Kalandra hubiera traicionado al pueblo y a sus esperanzas y dirigió un llamamiento en París a Eluard (en carta abierta del día 13 de junio de 1950) para que protestase contra la absurda acusación e intentase salvar a su antiguo amigo praguense."
2.
Las fronteras del asombro y la sospecha, como las de la realidad y la ficción se dejan cruzar fácilmente como la frontera de Tijuana y San Diego. ¿Por qué pensé justo en esa frontera? Porque cuando estuve en esa esquina geográfica al lado de la empalizada y el agua fría del mar me mojaba los pantalones no pude resistir poner un pie del otro lado, y luego el otro. Me hallé en Estados Unidos de pronto. Salí de México por primera vez. Y mientras veía a un par de niños correteando con una pelota de uno a otro lado de la empalizada me sentí ridículo por haber aprendido un concepto tan absurdo como el de
frontera.
3.
Le platiqué a Victoria que comencé a leer a Kundera, y luego de regañarme por no conocer
La insoportable levedad del ser ("¿ni siquiera la película, de pana?") me recomendó un par de cuentos de Murakami, a quien confesé, como si no estuviera en mi oficina sino en un cuarto mal iluminado de la KGB, tampoco haber leído nunca. Luego,
justamente me contó que se había comprado un par de libros de Kundera en su reciente viaje a Europa. No iré tan lejos como para afirmar que, en lo que toca a los efectos de esta respondencia, el que Victoria se haya comprado esos libros de Kundera en París
no pudo haber sido de otro modo. El azar funciona precisamente así, haciendo inevitable retrospectivamente lo que ya ocurrió. Como sabía Breton, que Vicky recuerda recientemente (
justamente) en su post
parisino.
4.
Mientras escribo este post me levanto para hacerme un té. Mientras pongo agua en la estufa observo por la ventana: otra ventana en la que habré reparado decenas de veces (cientos sería exagerado, pues tengo pocos meses viviendo aquí) dejaba ver el resplandor frío de un televisor en un cuarto a oscuras. Cuál es mi sorpresa al ver nada menos que a Jorge Luis Borges en la pantalla. La entrevista la conozco perfectamente. De hecho la compré en una librería de viejo mientras buscaba libros para Mauya: era un VHS, pero no me di cuenta hasta mucho después (lo cuál vuelve aún más inverosímil el que yo trabaje en una página especializada en tecnología).
Tengo fresca la entrevista con Borges, además, porque N. utilizó un fragmento muy preciso en su blog hace poco. En ese fragmento Borges habla sobre el amor y la amistad. La amistad, dice, no requiere de la presencia: "Tengo amigos íntimos a los que veo un par de veces al año". El amor, en cambio, requiere necesariamente presencia, complicidad. Algo habrá querido decirme N., o tal vez simplemente le gustó el fragmento. No tiene sentido atribuir sentido a lo que produce la imaginación de N. Ese fue mi craso error con ella: N. sólo es.
5.
Sé que debo terminar de escribir este post antes de medianoche, oh Cenicienta. Pasada esa hora, la respondencia que lo desencadena pierde todo efecto. (Ver puntos 1, 8 y 10 de este post; o des-espera, pierde toda esperanza, como dice Dante en la entrada de
Inferno.)
6.
Los cuentos que Vicky me pasó son
Super-Frog saves Tokyo y
On seeing the 100% perfect girl one beautiful April morning. En algún momento del segundo me esperaba una respondencia más, una mención como al pasar, de Woody Allen. Vicky vio
Midnight in Paris en París,
justamente, y desde entonces no para de decirme que debo verla, como si no quisiera verla y no hubiera perdido tanto tiempo bajando torrent tras torrent corrupto. Esta semana vimos
The purple rose of Cairo y
Everybody says 'I love you' de Allen. Para los que las han visto, no será difícil ver que el tema de la frontera entre realidad y ficción está muy presente, sobre todo en
The purple rose..., donde Tom hace el salto del formato cinematográfico al mundo real; exacto, carajita, al igual que Mr. Frog del mundo zoológico al apartamento de Katagiri.
Murakami me gustó. Admito que con Mr. Frog ("No, just call me Frog") hubo momentos en que se me cayó la quijada. Leeré algo más de él. Leeré, por ejemplo, el que me recomendó Mauya.
7.
Respondencia: paranoia lúdica. Recordar que el hecho de no ser paranoico no quiere decir que no lo estén persiguiendo a uno.
8.
En la página 40 de cierto libro, Mauya halló nada menos que su nombre real. Como tanta gente todos los días, se encontró frente a frente con una respondencia. Yo no diré el nombre de ese libro ni el nombre real de Mauya, y creo ya que el mero decir que en la página 40 de un libro que tiene lugar en Praga puede encontrarse su nombre es tentar demasiado al azar.
Praga: sí, donde
Záviš Kalandra, el surrealista checo, fue colgado por actividades subversivas, a pesar de la carta que André Breton le dirigiera a Paul Eluard un día como hoy, hace 51 años.
9.
Los milagros son tales porque dan la impresión de
responder a una necesidad. Puede ser simplemente a la necesidad de creer, como la
sospecha de Santo Tomás Apóstol, o, como dan cuenta los ex-votos, de un mecanismo de complicidad humano-divino; un juego de respondencias donde se espera encontrar lo que se busca, y en ese
esperar reside precisamente la fe, en actuar como si ya se hubiese recibido. Es el sentido del exvoto que flota sobre estas líneas, ofrecido pocos días después del 11/S. Los exvotos no consignan solamente los favores recibidos: algunos también se ofrecen como garantía de favores futuros, como las manitas de porcelana que se les quitan a ciertas figuras chinas a condición de conceder milagros o deseos. No puedo detenerme más en este punto: si no termino este post hoy, perderá todo sentido.
Este pequeño juego de respondencias mío salta, pues, felizmente sobre la esperanza y la fe para apostarse firmemente en el puro asombro. Respondencia es recibir algo absolutamente innecesario, pero su cualidad mág(
nét)ica no reside en el carácter necesario o innecesario de lo que se recibe sino en el hecho de saber recibir. Lanzar la
red a los peces esperando que estén ahí o sentarse frente a la hoja en blanco esperando que algo ocurra, que las palabras lleguen.
Recibir: disciplina de la atención.
10.
Záviš Kalandra escribió a lo largo de su vida con los pseudónimos de J. Pokorny, J. Albert, J. Bitnar y J. Krejci. El recurso de la heteronomía es indistinguible del nombre de Fernando Pessoa, que nació un día como hoy,
justamente, de 1888, aunque sus heterónimos tengan otras edades, otras fechas, otras historias.
11.
Ojeo y hojeo el índice de
El libro de la risa y el olvido. El último capítulo se titula "La frontera". Algo que ya conozco me espera ahí: el hecho de que lancé una red al asociar el punto 2 de este post con algo que todavía no conozco. Yo no espero nada, des-espero. Ya recibí. Queda abrir bien los ojos.
CODA:
Como todavía es 13 de junio puedo añadir una curiosa respondencia más. Mientras caminaba hoy de regreso a mi casa me detuve para cruzar una calle. Vi el rostro de una chica a través de la ventana de un taxi (¿como se mira el rostro de Borges en un televisor, a través de una ventana?) que se detenía en el crucero. La chica es bonita: cuál es mi asombro al ver que es Paulina, mi ex (hola, bitch). Habíamos quedado para desayunar el próximo jueves por la mañana. Ella me vio también y solamente nos saludamos, torpes y sorprendidos, como es de esperarse, mientras el taxi se iba. Seguro nos vamos a reír de esto el jueves.
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