Claro, el cuerpo es un asunto atroz,
en especial genitales y pies,
aunque el rostro no es mejor. Venas
azules formando serpientes
detrás de las manos, y qué ruina
la marmórea, transparente gordura
de los muslos. Vale la pena ver
después de siglos tales pesos
coagulados (Pigmalión a Canova),
del desnudo como forma externa
del espíritu, flama blanca: Psique.
¡Con qué ligereza la Diana
de St. Gauden se sostiene en el aire
sobre un pie, lunar casi e imperturbada
por siempre! Pero no, la carne
nos arrastra; su planeta manchado,
ávido suelo del pintor,
tierra inocentemente fea, suena dormida,
pobre desnudez, ángel hundido, saco de flemas.
[Versión de Javier Raya.]
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