domingo, 19 de octubre de 2008
De poetas y por qué deberíamos matarlos
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, Poeta, poetas, poesía, poesías, poesías completas, poema, el poema. Estas palabras son para mí lo más tenebroso. Adivine qué púdico irremediable soy; sí, me asusto con bien poco.
, Me son tenebrosas más que ninguna otra palabra, tal vez por el grado de incertidumbre de su sentido. Entendamos: una palabra debería revelar, con relativa claridad, su sentido. Pero es cosa de las palabras más simples ocultar un sentido de lo menos evidente (piénsese en “vida”, “muerte”, “historia”, “amor”…) Son conglomerados de sentido más que palabras, cuyo sentido por cercano se vuelve indefinible. Todos sabemos qué es la poesía, la sensación de lo poético, vamos; sabemos también que los libros de poesía los escriben unos señores que se llaman poetas. Ya dependiendo del diccionario utilizado, poesía son ya los rengloncitos entrecortados, rimados o no, a cuyo conjunto (es decir, a la suma de varias poesías) se llama “poema”, o bien, en un juego de intercambios, poema y poesía designan la zona mínima de un texto poético. Ajá.
, Pero la vieja interrogante se mantiene: ¿qué es la poesía? Si no seguimos preguntando esto a pesar de 3000 años de poesía occidental (oh, Diosa) es evidente que la pregunta acaso sólo se responda desde la práctica. Tratados sobre el tema se escriben, pero en general sobre arte y en particular sobre poesía, toda teorización cobra la forma de un sistema riguroso de lo subjetivo; una disquisición profunda sobre una cuestión absolutamente personal. Acaso la condición misma de la poesía sea su carácter irresoluble. Así de entrada, la poesía es un problema. Pero dice Lezama: sólo lo difícil es satisfactorio (¿así dice?)
, La interrogante del poeta: según Keats, el poeta tiene todos los rostros, lo que equivale a decir que no tiene ninguno (acá entre paréntesis, con perdón de todos, el poeta Keats me aburre profundamente por etéreo, pero tal vez sólo soy una mala persona); según Mallarmé, poeta es el que devuelve su sentido original a las viejas palabras de la tribu --¿antropología verbal?...; según Hölderlin, el poeta es Otro; según Gombrowicz, forma parte de una ridículo club de posers, que se dedican a escribirse unos a otros y a darse premios; según Milán, hace pirámides; según los surrealistas, somos todos; según la Castellanos, no eres tú; pero yo me quedo con Platón: el poeta, perdón, el Poeta, es un Nadie a quien debiera dejarse Fuera, de quien debiéramos Cuidar a nuestros niños, Alejarles de Su Compañía: el Poeta es un autosugestionado esquizoide, enamorado de las apariencias, perjuro, porque no busca la verdad, y habríamos, vamos entendiendo esto de una vez, de prontamente colgarlos a todos (como al gorrión de Gombrowicz, esperando que se cansen de volar y acepten su frío destino)
, O será que el Poeta, lo que es decir los poetas, no son tan terribles y yo soy el único que anda de pleito con ellos; o no con ellos (con algunos, sí, cómo no), sino más bien con la fanasmagórica “Institución Poeta”.
, Al susodicho Poeta no puede definírsele por su ser social: ¿tienen un modelo específico de trabajo que determine su impacto social? ¿Cómo impacta su trabajo el producto interno bruto de los países? ¿Es tasable en términos económicos una obra literaria? ¿Un libro de poemas tiene un modelo claro de certificación para volverse tal? ¿Se preocupa por la responsabilidad social? Al plantear estas preguntas, entendemos claramente la desconfianza del lego cuando se encuentra un poeta por la calle: “ajá, eres poeta, ¿pero en qué trabajas?” ¿En qué medida está en contradicción lo brumoso del trabajo literario con el hecho de que México sea uno de los países que otorga más apoyos, incentivos y becas a la producción cultural? Estoy confundiendo dos cosas: 1) el poeta es a pesar de su medio; 2) el poeta es. Madres.
, Estoy persuadido a partir de la lectura de Gombrowicz, de que el poeta sólo puede ser en compañía de otros poetas. Es como un elemento químico que sólo por la violencia del análisis puede separarse de su contexto natural; y esta violencia, si queremos entender qué es un poeta, no nos dice mucho, porque al aislarlo encontraremos seguramente un hombre, una persona, pues, una biografía. Raras veces una mujer :)
, Lo que molesta es que en los poetas TODO sea de la más absoluta importancia, TODO sea inaplazable, o TODO sea el trasunto general de un ESTO, y en ese juego de contradicciones nos quedamos embelesados y no entendimos nada. Eso explica por ejemplo el terrible carácter de los poetas. Soportan alguna ingenuidad de los mortales de vez en cuando, pero saben que en el fondo siempre tienen la razón. Son maestros de la eurística, el arte de disfrazar un argumento para que parezca válido y total. Mienten. Son maravillosos con las señoras que asisten a escucharlos, cálidos, sensibles a sus impertinencias, y con gracia firman lo que les pongas en frente. Pero en privado confiesan terribles antinomias con mordacidad, fundan sus enconos; son la gente menos digna de confianza: siempre lo entienden todo al revés, su trabajo está en leer mal. Prestidigitan los libros que les prestas, cheques de varia procedencia, licores duros, sobre todo caros aunque no se explique uno cómo se los costean (tal vez para develar este misterio haya querido o en algún momento, ser como ellos); se introducen sustancias de todo tipo en cualquier orificio a manera de divertimento. Ríen y hablan muy fuerte, de manera que se les note. Huelen mal. Mastican las palabras como bestias, salivando retazos de sílaba por las luengas barbas o resecos y lampiños mentones (hay calaña de toda variedad). Y si se trata de una poeta, la cosa empeora, porque en algún momento la plática se convertirá en un discurso por alguna clase de reivindicación, y todos los presentes serán los acusados, primeramente, de ser hombres necios y acusar a la mujer blablabla… y luego, de no citar (en un ruso decente) en el último poemario a la Ajmátova o la Tsevaieva, o de no erigir monumentos y quemar incienso en memoria de la Plath.
Algunos poetas hasta son buenas personas. Toda mi fe está en toparme alguno.
, Algunos libros de poesía parecen incluso un catálogo de crímenes, la poesía debe ser el arte de la delación, de la traición al secreto, la palabra como tortura que lleva el germen de la confesión: pienso en Las flores del mal de Baudelaire, en el poema “¿Qué se ama cuando se ama?” de Gonzalo Rojas, en uno de Gelman… ah, ¿cómo se llama? Los de esa serie que se parece a los de Spoon River de Lee Masters… Joder. ¡Tienen pacto con la memoria, además de con el diablo!
, Vamos, que no hay ni que escribir hoy día para ser poeta. Ahí está don Alí Chumacero, para quien es señal de inmadurez escribir poesía luego de los 40.
, Creadores al fin, se creen divinos: por gracia de su santo Patrono, el milagroso niño Orfeo, dan y quitan sus dones (su amistad, por ejemplo) como si tal cosa, por desavenencia ya de forma o fondo; es bueno, parecen decir, pensar y compartir, siempre y cuando al final, yo tenga razón. ¡La historia de la literatura es una summa de destazamientos! Luego entonces, poesía y poeta son cosas (mutuamente excluyentes) que existen para saciar diversas intensidades de destrucción.
, Esta enumeración mala-lechosa (que bien pudo llamarse: Haz patria, mata un poeta) es, sí una suma de discordias y decepciones del que escribe. Pero me baso en observaciones de primera mano: 3000 años de poesía no pueden estar equivocados.
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