Ahí donde se han presentado luminarias de la talla de Luis Miguel, el Potrillo Fernández y Alejandra Guzmán, el gigante de Reforma, el Auditorio Nacional, nuestro no menos gigante clásico octogenario, Carlos Fuentes, nos hablará de aquello que más adora: él mismo.
Negarle importancia a Fuentes en la literatura mexicana sería injusto y mentiroso. Ensalzarlo como si fuera "el" escritor, me parece excesivo. Y es que reunírse para hablar de libros es necesariamente una celebración, pero cuando se trata de él (o de sus compañeros boomescos, Vargas Llosa o García Marketing) la cosa se desproporciona y ningún elogio es suficiente --¿alguien "leyó" la última Nexos?
Hablo no tanto desde la indignación como desde el extrañamiento: ¿este fuentismo es bueno o malo? ¿Aporta todo este aparato deificador a la mejor lectura de una obra ciertamente importante? ¿O debemos decir, con mirada sospechosa y amarranavajas incluída, que todo esto forma parte de ese otro boom con que su casa editorial, Alfaguara, estrena la novísima novela de Fuentes?
Lo acepto: soy morboso, si veo sangre me detengo a ver de dónde viene. Así que estaré puntualito el próximo lunes a las 7 en el Auditorio Nacional para ver el Fuentes Live, Life and Love.
Yo borrowed la imagen de la página de Roberto Borrow, magnífico cartonista argentino.
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