jueves, 13 de noviembre de 2008
Poemas
Esta tarde leí unos textos en el 1er maratón de poesía Donceles 66. ¿Los pretextos? El día nacional del libro y homenajear a José Emilio Pacheco por sus casi 70 años. Digo pretextos porque no hay razón para leer poesía realmente; es una suerte de resistencia nomás. Escribirla o leerla el mundo como está, es ya en sí un acto poético, una ingenuidad sagrada. Aquel que lo hace no anda muy bien o tiene una definitiva esperanza en el futuro. En mi caso, siento pertenecer a las dos categorías propuestas.
,
Identificación de la Belleza
Reculan y citan los peritos
a comparecer a la Belleza,
una Elena de barrio, 17 añitos a lo más:
cuentan los dientes que le faltan,
verifican la dureza de las escamas,
la solidez de la pezuña,
la curvatura de la joroba
de acuerdo con los registros de proporción áurea vigentes.
Que no se parece a nada, dicen:
sabe a limón.
,
Novela negra
Quede claro: crujido no hay
de insecto superestético ni cinestésico
ni revolucionario, más que bosque
no hay nada en el crujido más
que bosque agazapado, cruel ternura
del paso por el patíbulo del vestidor,
cuarto, noche dentro, interior
como claqueta de película,
señor Juez,
en los caminos secretos de la ciudad
donde no existe frotamiento
sin evidencia del amor sin evidencia
del paso del amor por el gatillo
ni rastro de sangre
ni taza con labial recién cortada,
flores criminales con expresión de culpa,
(las muy perras)
muecas sin asombro,
sin sombra de asombro, sin punto evidente,
no hay amor sin evidencia
no hay amor
no hay
no
que porque el cajón se vacíe
no va su madre de vacaciones
con el cuento de la hermosura,
de mandar a la madre, así, de manera
que le fuera más sencillo,
que tuviera el frente del hogar despejado
en la mala hora de la carta, anónima
como conviene en estos casos,
fresca la tinta,
pulpo de ayer
y los cuchillos en el panal de madera,
justo dentro, señor Juez, de la cocina,
porque es la costumbre óptima en las casas decentes,
sabe usted,
menos el carnicero
que no hallamos por ningún lado,
al hombre tampoco de la mala hora,
dio señales equívocas, sin embargo contundentes:
salir de noche en bicicleta,
no atender propiamente, señor Juez,
cuando se le hablaba,
sentirse interrumpido incluso a solas,
venir a llamarse Raya,
como animal de circo
y no tener vergüenza para venir a leer sus cosas
frente al jurado,
señor Juez,
pecador hasta la sombra le digo,
hasta la sombra de mala hora llena de sombra,
y el cuello de la amante sigue degollado,
lo apunta culpable como una flecha en 14 de febrero,
(es un decir, señor Juez)
hilo conductor hilito de sangre seca,
la madre, ay,
que vuelve bronceada de la costa,
el padre que no hizo nunca mal a nadie,
pero esta noche larga, luminosa,
jarra de leche derramada sobre el universo,
árbol de agujas para la noche del burlón rampante,
del suicida, de perderse en lo insondable de sí
por culpa del no, del no malsano de la amante,
se lo habrán buscado aquí entre nos, señor Juez,
lo merecieran.
Postulado por
Javier Raya
Etiquetas:
celebraciones literarias
,
devastaciones varias
,
poemas
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Celebro en demasía vuestro blog!!
ResponderEliminarme encantaron las ligas a los consejos de mi jodo del alma
y asu compita el lihn
al que quiero mucho
que bien que bien
ya leere con mas calma sus ondas mi buen
muchos saludos rojos
andamos eb contacto
chido!!!!!!!!!!!
atte
El Rojo Córdova
nufalik@hotmail.com
nufalig@gmail.com
ay si no??? ya soy importante! soy poeta!! jajaja bien raya eres un hijo de poeta pues! jajaja como decia el blues...
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