sábado, 19 de diciembre de 2009

Des-en-Canto: o cómo dejé de ser un plagiario adolescente




1.


Desde hace algunos años le tengo terror a la palabra PLAGIO. Dos o tres personas que me conocen saben por qué. Al plagio creativo, se entiende. Y bueno, ¿quién en su vida no ha "tomado sin pagar" tres o cuatro (cinco o seis...) libros aquí o allá? Cuando te mueres de hambre y no hay nada que leer, el hambre aumenta. Pero esa es otra historia.


La palabra plagio (del latín plagium, hijo de puta ratero, fraude) como corolario de una vida poco creativa, mediocre. Plagio como algo que se toma de otro para provecho de uno. Y sí: sin citar la fuente. 


Leyendo la biografía de Jimi Hendrix me encuentro que lo abuchearon en cierta ocasión en un showdown guitarrístico porque sus licks y riffs eran evidentemente calcas de los de B.B. King. Es una condición del plagio: que no importa cuán honesto sea, ingenuo o bienintencionado sea, se nota. Hendrix todavía no sonaba a Hendrix. Pero es un paso que todo artista debe recorrer, ¿no? La senda de los maestros, tropezar con los cadáveres que dejaron en el camino, et caetera. Pero a ese aprendizaje no le llamamos aprendizaje y cuando osamos mostrarlo a nuestros fellow coleagues o maestros, se nos llama plagiarios. 


Hablo pues de cierto plagio como aprendizaje. No como la atribución de ideas de otros a uno mismo. Eso es un crimen y se paga con cárcel, decapitación y vergüenza. No: mi plagio es un estadio de aprendizaje. Uno duro.


Me defendí (onanistamente) frente a mí mismo, en el tiempo que siguió a ese vergonzoso incidente con esta cita de los Cahiers de Paul Valéry: "Plagio es el arte de escoger; es un gran arte". Pero para mí no resultaba un gran arte.


2.


Cuando empezaba a borronear poemas en las últimas hojas de mis cuadernos de la secun, me movían dos emociones. Escribir:


1) como extensión del dibujo, mi primera gran pasión, escribir como dibujando palabras, por el sonido de la pluma haciendo mínimos crujidos y grietas sobre el papel. Una cosa dibujada para verse. Una escritura sin sonido; y
2) como reproducción por escrito de la emoción original que me había dejado alguna lectura. Escritura, pues, como deuda que había que saldar. 


Así, me sentí Pierre Menard muchas veces. 


3.


Es familiar a cualquiera la sensación de estar leyendo algo que uno (o sea tú, yo) debíamos haber escrito. Pero que no escribimos. Esa sensación de transparencia que dejan los buenos poemas, es decir, los poemas que nos dan vida y nos alimentan. O pinturas, o sinfonías, como sea. Y el terror de verse incapaz de producir esos efectos por cuenta propia, en la etapa de aprendizaje, se torna motor creativo, imaginación, requerimiento: exigencia. O no, y simplemente escribimos el mismo poema que nos ha encantado. La palabra es precisa: poema de cuyo influjo no podemos evadirnos. Encantado, como en los juegos infantiles. Y no puedes moverte hasta que alguien venga y te toque y te diga: levántate y anda.


4.


Mi memoria nunca ha sido la mejor. Puedo parafrasear lo que pasa en este o aquel poema (novela o cuento), pero rara vez puedo recordar las palabras precisas. ¿Cómo así ser un plagiario competente? Esta memoria mala, me digo, reconstruye las sensaciones de los poemas en mi inconsciente y me los dicta cuando escribo. Luego entonces, me veo de 20 años escribiendo los poemas que me gustan. Y no eran los poemas de otros, eran mi visión de los poemas de los otros desde sus ruinas, como relojes desarmados y vueltos a armar o ciudades deshabitadas. A qué engañarme, no eran mis poemas.


Por ese procedimiento escribí poemas de Gonzalo Rojas, de Octavio Paz, de César Vallejo, de Neruda en etapa Barcarola, o remedos torpes y ciegos que tenían en esos grandes nombres (y aún muchos otros) su origen. Hallo en esto originalidad, entendida no como virtud de lo novedoso sino como la intención textual de referirse a un punto de irradiación, de origen. Y si Vallejo hubiese leído mis pobres balbuceos trilceanos seguramente hubiera reaccionado del mismo modo en que ese gran poeta al que mostré mis versos reaccionó. No lo culpo. Es más, lo entiendo. Pero eso era lo que hacía yo en esos años, y me vi como Casandra dando explicaciones y visiones que podían ser ciertas pero que eran incapaces de convencer. En el borde del patetismo, intenté reinventarme de tantas formas que apenas reconozco ya al ingenuo individuo que pedía opiniones a gente respetable, o por lo menos, admirable. El trabajo se hace a solas o mejor que no se haga. No hay por qué andar ventilando abortos en público. 


y 5.


Desde hace un tiempo, me parece, he empezado a escribir mis propios poemas, con la materia de mis propias obsesiones, ese rezago que damos por visto debido a su excesiva familiaridad. Investigar mis emociones me hizo escribir algo que ya no se sentía como ejercicios de estilo o imitación, sino algo que poco a poco -el proceso sigue vivo- se va pareciendo a mí mismo. Esto puede no ser necesariamente maravilloso. Pero la ruina por lo menos tiende a volverse intransferible, es decir, unívoca. Una ruina recién descubierta, una ruina desde donde se puede reconstruir. Así, no hay necesidad de hacer Roma si Roma ya existe. Intentemos Troya, que la soñamos o no existe.






Crédito de la imagen e información (a veces divertida) sobre el plagio literario: elplagio.com

2 comentarios :

  1. Así me pasó también, algunos lo llaman encontrar tu voz, pero ese término no me convence, quizá sea más profundo que eso, es verdaderamente un camino de crecimiento espiritual, mental, sensible, irse levantando o enterrando en la poesía.

    Tus poemas que he leído me parecen fascinantes.

    un abrazo por el 2010

    un abrazo

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  2. Fascinante. Me gustó mucho la sinceridad con la que escribes, el tono, todo. me gustó mucho esta parte (digamos que yo me atoré en esa parte, pero ya la estoy soltando del dedito)
    'En el borde del patetismo, intenté reinventarme de tantas formas que apenas reconozco ya al ingenuo individuo que pedía opiniones a gente respetable, o por lo menos, admirable. El trabajo se hace a solas o mejor que no se haga. No hay por qué andar ventilando abortos en público' Javier Raya (por aquello del plagio)

    Te sigo ;)

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