miércoles, 31 de diciembre de 2008
Para recibir el año que nadie parece querer
jueves, 25 de diciembre de 2008
Alumbramiento
martes, 23 de diciembre de 2008
La vida y la letra, 5
del Crack que es como ponerse una camiseta para siempre. Es un excelente libro de narraciones breves y ya; el mejor ejemplar del género, para mí, es "El que espera" de Andrés Neuman. Están los pobremente valorados "Gog" y "Magog" de Giovanni Papini, también. Estos libros me parece que tienen en común una belleza descubierta por exceso: los personajes --tipos humanos de lo más familiares-- salen de lo esperado (me caga últimamente la palabra "cotidiano", disculpen mi francés) para desbordar lo real que les toca: la víctima se vuelve asesino; el taxista, chofer; el minotauro, arquitecto. Son cuentos que me gustan, creo, porque se leen como poemas: dejan una vibración más que una certeza, uno no cree haber terminado la lectura del todo. Esa incertidumbre feliz permite volver y verificar que, efectivamente, la micro-ficción también opera según una disposición precisa de las palabras con respecto a sus efectos, con una estructura suficientemente compacta para dar la sensación de totalidad en poco espacio discursivo. Chale, prometo dejar de abaratar el asombro el próximo año.
, La lectura de novelas es una experiencia que se funde con la vida de otra manera. Más allá de estadísticas de lectura rápida, una novela, podemos convenir, toma más tiempo en leerse que un libro de poemas. Entonces se queda más tiempo formando parte de nuestra (agh) cotidianidad. Uno se descubre pensando en la estrategia para matar al jefe del partido, el peso de las bombas en el portafolio es mayor al de los libros, las imágenes de la hermosa vista al anochecer en Pyongiang vuelven durante el trayecto... Luego termina la novela, muera el jefe del partido o no. Pero uno ha de volver a lo suyo, a tomar posesión de su trayecto como siempre, a recordar otra hermosa más local...
, Separar géneros es una mierda: hay poesía o no. Tengo para mí que la hay cuando la impresión permanece habitante del lector, se niega a desalojar el recinto del ojo; a entender que la función terminó.
, Pero la función no termina nunca realmente. Quiero creer que en el futuro diremos "novela" o "coreografía" o "sonata para piano" en la manera sencilla y cercana en que los colores nos parecen familiares y como miembros de una misma cohorte de luz. La función ya no definirá al artista; no será 'escritor' o 'bailarín' o 'músico' como condicionado por su lenguaje, sino que libremente pasará de una técnica a otra, de una disciplina a otra como por cuartos de una misma casa. Decir "multidisciplinario" será pleonasmo, porque será el día de la absoluta contaminación, de la abolición de la búsqueda de la pureza para dar paso a una búsqueda pura, pensar más en el camino que en el formato.
, Contagiado por esta quincena desastrosa de navidades, uno se deja llevar más de lo normal y desea cosas como ésa. Pero bueno, como dice Zaid, se toma el juego en serio o no se juega.
martes, 25 de noviembre de 2008
Filosofía y niños
2) Azul.
Azul es una niña (¿4, 5 años?) hija de una de las poetas que leyeron ese día. A su madre como a ella las vi también en un evento de "Poesía y Movimiento" en el metro Bellas Artes donde también me encontré a Rojo. La pobre Azul estaba harta (¿qué es esto de que la gente en esta historia tenga nombres de colores? ¿Influencia inconsciente de "Reservoir Dogs"?), y recuerdo que pasó a nuestro lado indignada por el trato que estaba recibiendo...
Pero con todo y el frío que hizo en el claustro este viernes, Azul se veía de lo más feliz.
Mientras me discurría en profundas libaciones, la pequeña Azul me tomó de la mano y me pidió que la subiera al escenario. Arriba, sintió un poco de miedo escénico, que se diluyó rápidamente. Su madre le pidió que bajara. Azul me asegura que en una próxima lectura leerá ella misma sus versos. Los imagino bellos.
Reencontrarse con amigos, atenazar el miedo a lo propio, fundar nuevos recuerdos. Si eso no es poesía, entonces no es nada. ¿Y una niñita llamada Azul viene y me toma de la mano? Haya esperanza.
domingo, 23 de noviembre de 2008
Las Fuentes de la autocensura
jueves, 20 de noviembre de 2008
Slam de poesía- Universidad del Claustro de Sor Juana
En fin, que nunca pude poner el trinche cartel en grande. Sorry.
jueves, 13 de noviembre de 2008
Poemas
miércoles, 12 de noviembre de 2008
martes, 11 de noviembre de 2008
Poesía y más poesía
Fuentes Unplugged
lunes, 10 de noviembre de 2008
Club Indusstrial
jueves, 6 de noviembre de 2008
La tragedia del ahora
martes, 4 de noviembre de 2008
La vida y la letra, 4
jueves, 30 de octubre de 2008
Burn after reading, o el aquiles incómodo
¿Alguien recuerda "Animaniacs" de Warner? Era una caricatura buenísima que ya no he visto. Pero no era el clásico capítulo de media hora, sino que se alternaban sketches de personajes en abierta parodia a los clichés del Hollywood de la era dorada. "Burn after reading" (Quémese después de leerse) rescata un espíritu similar.jueves, 23 de octubre de 2008
Preferiría no hacerlo, pero ni modo
miércoles, 22 de octubre de 2008
La vida y la letra, 3
,No hay nadie más escéptico que yo sobre aquellas teorías del “hombre cósmico”, o “el destino del hombre en el universo”, etc. Me parecen mala literatura e ideas muy gratuitas. Pero una cosa no deja de ser cierta, si se quiere, en términos físicos: la materia no es permanente, sino que es permanente estado de mutación, de revolución, de cambio. Aquí está la mística oriental, el I-Ching: lo permanente es el cambio, idea cara a Octavio Paz para caracterizar el flujo de la historia y de la literatura. Así, no me parece excesivo hablar de un movimiento astronómico en clave dialéctica de creación-destrucción como un transcurrir traslapado, simultáneo, del que la vida, la obra humana será un eco ínfimo e inapreciable. La vida del universo, podemos decir sin violencia, excede fácilmente toda medida temporal humana.
,Pensaba, caro Lector, en estos días raros en que cumplo por cierto 23, que si, como los cristianos en sus momentos más felices, yo también podría ver en mi vida una misión o algo que se parezca a un destino en mi día terrestre. Uno se pone místico en fechas que constatan el paso del tiempo. Y pienso que si he venido a algo ha sido a leer. ¿No a cortar el césped, no a atender una pizzería, a conducir un camión? No: a leer, a aprender a leer, a tratar de leer el mundo, a recibir, que es una forma de darme al mundo, de estar en él.
Lo que pomposamente y no sin sonrisa podría llamar “mi escritura”, si parte de algo, parte de la ruina. Pienso en la María Zambrano de “El hombre y lo divino”: no se puede partir, trabajar sobre algo que ya está hecho: el parto mismo, el dar a luz, es nacer a partir de la ruina, de la muerte del feto, de dejar el cuerpo de la madre destrozado por nuestro paso brutal al mundo; el proceso histórico de conquista, la historia de los imperios, para su constitución, no parten de nada, de algo virgen, sino que, o se hace tabula rasa como en la colonización sajona de norteamérica, o bien se asume la ruina como cimiento para el mestizaje cultural, como en la conquista de México, proceso de asimilación no exento de una brutalidad similar a otro parto. Partir de la tierra fértil dejada por el paso de la piedra volcánica que ha arrasado con lo que había, y deja la devastación lista para lo que viene. Partir de la ruina: ¿cuál? La de los ídolos, las utopías, las ideologías, que como vestigios conforman momentos de lo real y se suceden ante nosotros; o de esa otra ruina que es la palabra, imaginada torre de marfil para lo más grato que puede dar el hombre (los salmos del Rey David, la Vita Nuova de Dante, Platón mismo); pero también de su contrario, la constatación del fracaso de lo humano, del dolor, de la imposibilidad de ser algo más que sí mismo (el libro del Eclesiastés, Job, Rimbaud, Philip Roth)
,A veces imagino que ese gorrión colgado (que es pretexto y principio de esa novela diáfana y enfermiza que es “Cosmos” de Witold Gombrowicz) que encuentra el personaje Witold en medio de unos arbustos, no fue muerto y luego colgado, o apretado por una mano siniestra hasta la muerte, sino (ay, si seré cruel por imaginar estas cosas) atado vivo por el cuello de un cordel acaso muy corto, donde para respirar, para seguir un vivo, el gorrión no podría sino volar. Imagino a veces que somos como ese gorrión colgado, condenado a su aleteo feroz y desesperado –desesperado por la pérdida de toda esperanza, como en la entrada al Infierno de Dante-, y ya por desesperado, por irremediable, placentero -como el Infierno de Elizondo, donde en lo Eterno el tormento físico sería expresión divina, por tanto comunión con Él-; o si no placentero, por lo menos no inmediato; y en este no-ser-inmediato, lo suficientemente extenso para ensayar el vuelo acrobático, la arquitectura de catedrales efímeras de vuelo, teorías veloces de los mejores modos para enredar la soga del cuello y desenredarla, escritura de alas, conocimiento basado en la fenomenología del vuelo circular hacia la muerte; incluso canto.
Será necesario cantar incluso en el agotamiento de fuerzas, el suave sopor de los músculos de las alas, alas que poco a poco se enredan en sí mismas, el mareo de vuelta y vuelta por el eje terrible de la rama donde no podemos posarnos, la presión de la soga alrededor del cuello que sugerente invita más bien a rendirnos que a continuar el vuelo hacia ninguna parte; todo mientras se cantan los estados del cansancio, las flores que se ven alrededor, el sol altísimo, el niño siniestro que nos observa a distancia prudente, y cantar durante el trayecto circular las estaciones de nuestro patíbulo de aire.
,En estos términos, la "falacia de la creación" equivaldría a decir que ha sido el gorrión mismo el que se echó la soga al cuello. Lo más cercano a la verdad, según mi parecer, sería asumir que la condición del canto es la cuerda; que acaso enmudeceríamos sin la bendita cuerda: seríamos inmortales. Qué severidad...
Imagen: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwXArY6iA3iXReN9v8fVLTxy5ty1vlPkvQVo6FUdq8BFHe6Ha23ZSOoVadie4L7DNfUmwOJgU6kiXtijR89FEuD-X4ZDgJMJwYLFfbggUZaHVDlXsAILn3fH3yeF_b8eYsOskdRi1ptGeA/s1600-h/Witold+Gombrowicz+COSMOS.JPG
